OCIO RESPONSABLE



La educación y el ocio parecería que, generalmente, son situaciones diferenciadas y que no cuadrarían en según qué momentos. Y nada más lejos de la verdad y la realidad que ello deba ser así aunque ocurra cuando, por una parte, puede que a nuestros menores les estemos inculcando la idea de consumidores de ocio sin más con lo que la base ya estaría fallando para luego encontrarnos con adolescentes y jóvenes a los que se les va de las manos una situación rápidamente cuando, por ejemplo, quieren beberse el mediterráneo en pocas copas y de paso hacerle una visita a urgencias hospitalarias con un coma etílico delirium tremen incluido.
Cuando el ocio, o sea nuestro tiempo de esparcimiento, no lo integramos en la vida como una necesidad para el propio crecimiento personal y éste, a su vez, lo dejamos para quizá el aula o quizá para qué momento, estamos disociando la personalidad propia y ajena. Y es que el problema que tenemos, entre otras cuestiones, es una enorme falta de visión holística o de totalidad del ser humano en el que todo conduce a todo bajo cualquier forma. 
Expresado lo anterior, pues, en estos días de ocio o asueto para los menores escolares este tiempo puede convertirse en una carga familiar y aquí, desde la responsabilidad, es donde algunas personas debemos estar atentas para no convertir nuestra propuesta de ocio en un terreno de aparcaniños para convertirnos en gorrillas que te indican que aquí puedes ponerlo y de paso te lo vigilo cuando me des una monedas. Va a ser que ello no debiera ser así, ni por parte de los progenitores ni por quienes tenemos la responsabilidad de la oferta de ocio educativo.
Que se pueden hacer actividades variopintas ciertamente que sí, pero que si las desconectamos del proceso vital del menor, de sus emociones y sentimientos, de su sabiduría interna y no le proporcionamos instrumentos de reflexión para que su conciencia tenga horizontes y se vuelva sólida y no tienda a creerse que es una carga entonces flaco favor estamos haciendo a la comunidad.
Luego esos menores crecen y se convertirán en adultos cuyo tiempo de ayer no lo recordarán como una experiencia interesante sino como una más de las muchas, o sea del montón para olvidar. Y es que, a mi modesto modo de ver, aquello que queremos construir de mañana es hoy el día haciendo posible que la magia entre en la vida de una persona sintiendo cómo cada momento puede ser importante y único con lo que de paso estaremos ayudando a generar seres más conscientes y responsables que puedan construir un nuevo paradigma alejado de la sociedad de luces de neón, ruidos, borrachera, vacua en definitiva sin que, en estos momentos, sepamos siquiera por qué deseamos "feliz navidad" sin tener que vincularla a un hecho pretendidamente religioso cuando simplemente es un fenómeno de manipulación masiva para el consumo irracional donde un año más seremos pasto de la llama de la voracidad compulsiva de comprar lo que no vamos a comer siquiera, o lo que no vamos a usar. Juguetes que, por ejemplo, acabarán obsoletos por aburrimiento, comida en la basura, familia que te inunda de hipocresía, grupos de whatsapp a rebosar de estúpidas frases de gente que apenas te pregunta siquiera cómo te va. Desde luego esa no es mi propuesta educativa de ocio para nadie, mucho menos para quienes aún están en incipiente formación vital... Al menos de paso ya sabes que siendo adultos no debiéramos seguir reproduciendo el bucle...

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