LA TRAVESÍA DEL DESIERTO


Si atendemos a hechos históricos, o presuntamente, la travesía del desierto podría ser -y de hecho es- la alegoría existencial de un proceso de dificultades, soledad, yermo donde nada puede cultivarse, de sequía a veces creativa. Simplemente cabe caminar bajo el abrasador sol y las estrellas de noches oscuras. Sol de un día eterno, estrellas de noches sobrecogedoras en el que oyes estallar las escasas piedras que pudieran quedar en el camino.
Esta alegoría nos lleva a la contemplación de ese período, quizá necesario, para alcanzar el océano de sabiduría, el fresco mar en donde se armonizarían los cuatro elementos tierra, aire, agua y fuego que nos trae otra vida más amplia, un horizonte ancho en el que el destino de un puerto más seguro está más cerca aunque en apariencia nuestra visión no alcance.
Ese desierto puede durar 40 años como el éxodo hacia la tierra prometida, cargados de experiencias y olvidos, de abandonos y traiciones, de crecimiento personal y espiritual, de anhelos y esperanzas, de amores que el viento se llevó y te trajo tamizado por la savia de los años, alegre y nada autocompasiva o melancólica. La sequía, el desierto, puede alcanzar hasta la esencia de uno si no es capaz de ir a la Fuente de la Vida, si no es capaz de beber de ella y del pozo insondable que mana a diario, en todo momento. Una travesía de hastío puede dar luego paso a otra de desborde si no la mesuramos, una carencia puede dar paso a la demasía. Pero, en realidad, debiéramos saber acotar las situaciones para que las emociones no nos sobrepasen ya que todo irá llegando en su medida, a su tiempo y con su ritmo aunque nos desespere. Porque hay situaciones, y personas que no te lo pusieron fácil casi nunca, en las que te puedes ver en la vorágine de sentirte como en una encerrona y alienado, enajenado de tus pertenencias pero nunca de tu esencia vital que puede manar libremente de tus profundidades alcanzando las estrellas de la noche sin confundir el dedo que apunta con la luna que toca.
Siento que ese periplo puede estar acabando hoy mismo, que comenzó hace unas fechas, que irá dando paso a nuevos retos y ciclos por abrir, por superar aquello que hizo daño y dejarlo atrás, por mirar con esperanza y confianza radical en que los resultados van llegando pero... ¡no exento de sobresaltos| Sí porque mi existencia se acompaña del sobresalto, de la sorpresa, como si de una eterna aventura se tratara hacia lo desconocido, a veces hacia el abismo. Situaciones que parecían estar resueltas continuaban fallidas para volver a su punto de resolución inicial. Como esto corresponde al Misterio voy a dejarlo estar por si algún día lo entiendo para explicarlo o entenderlo yo al menos.
Pero lo que es entendible, a todas luces, es que la vida son paradas, estaciones de un tren que nos lleva en las que podemos bajarnos, subirnos o continuar el viaje sin levantar el trasero del asiento.Creo que lo único que no va a terminar de la travesía va a ser la sorpresa y de ésta voy a tener unas pocas y espero que sean para bien, positivas, que sirvan de bálsamo de heridas pasadas, de presencias gratificantes, de agua fresca que refresque los cansados pies de un viajero que no se ha dejado vencer por las tormentas de arena...

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