GAIA, PACHAMAMA-MADRE TIERRA

 


Por si no lo saben, en 1969 el químico James Lovelock estableció la hipótesis Gaia en virtud de la cual la Tierra, en cuanto atmósfera y parte superficial, se encarga de autorregular sus condiciones como la temperatura, composición química y salinidad de forma que establece un sistema de equilibrio en su propio funcionamiento. Expreso esto sobre todo para racionalistas que si les hablara en términos más metafísicos me darían con su ignorancia ya que si te lo dice un químico igual eso ya es más académico y no se discute pero si atendemos a una tradición ancestral de indígenas latinoamericanos que hablan de la Pachamama, o del taoísmo hablando del Chi o aliento vital para la existencia que se manifiesta mediante las energías fria (Yin) y caliente (Yang) secuencialmente a lo largo del año en las estaciones, a lo largo de un día dentro de un mes dentro de una estación o, incluso, a determinadas horas en las que la energía puede ser Yin o Yang donde se manifiestan ambas unas dentro de la otra... Para una mente occidental que ya le cuesta trabajo aceptar que la Tierra, en sí misma, se autorregula porque es un ser vivo dotado con inteligencia porque, de lo contrario, no podría hacerlo, ya me dirán si nos tuviéramos que adentrar en el ritual ancestral de veneración a la Pachamama, a la relación como criaturas de ella que establecemos cuando sembramos y recogemos sus frutos, a la relación que la Tierra establece como madre cuando nos da para comer y beber, para disfrutar de algo que se nos ha ido enajenando en nombre de la propiedad privada, en nombre de esa palabra sagrada llamada libertad pero prostituida por el credo liberal que solo atiende al beneficio privado y cuyas consecuencias vamos a padecer -no por igual ciertamente- los habitantes de este paraíso defenestrado y colapsado.

Gaia, diosa griega de la Tierra llamada también Gea, Pachamama, Abya Yala, la Madre de los diez mil seres en el taoísmo...Todas las culturas ancestrales coinciden prácticamente en esa relación materno-filial que une a cada ser vivo con la Madre, una relación prostituida por el ser humano, rota en mil pedazos cuya recomposición solamente va a depender ahora de la generosidad de la Madre y de la capacidad humilde para ayudar a revertir la situación que, de momento, no se está viendo en momento alguno cuando simplemente tenemos que darnos una vuelta por espacios protegidos para ver cómo se están deteriorando por sequías, fuegos, cómo están desapareciendo especies sin que siquiera hayamos oído hablar de ellas, cómo están derritiéndose los casquetes polares y subiendo el nivel del mar hasta que haga desaparecer ciudades, islas, hasta que haga arrodillarse al ser humano para llorar amargamente lo que una vez fue un paraíso... Ya lo expuse en mi entrada anterior, mientras la Tierra se autorregula la humanidad se autoextingue con sus políticas salvajes carentes de sensibilidad medioambiental. Y esta falta de sensibilidad ha hecho, hace y hará posible la aparición de nuevas enfermedades, nuevas situaciones pandémicas, la aparición de fenómenos climáticos desconocidos o los conocidos más usuales de lo corriente. Calor extremo y frío extremo por igual, sequía acompañada de intensas lluvias en corto período de tiempo que hacen imposible la adecuada permeabilización de esas aguas y su beneficio a la tierra en cultivos y ganadería por ejemplo. No somos conscientes que comprar viviendas a pie de playa, a escasos 200 o 300 metros, no va a resultar rentable porque esos paseos van a desparecer en los próximos 50 años aunque, mientras tanto, van a sufrir las embestidas del mar que irá ganando terreno con los temporales. Ya lo estamos viviendo en ciudades costeras del Mediterráneo español, pero como si nada. Sigue el urbanismo como si tal, la vida como si nada pasara, como si no estuviésemos bajo una crisis climática de proporciones épicas. Nos puede la inconsciencia por el afán de eso que llamamos calidad de vida como si ésta se midiera por la cercanía al mar, o junto a riachuelos. Un gran error de enfoque de lo que es calidad de vida, un gran error de no saber la situación en la que estamos, un gran error por cooperar con la depredación del medio ambiente. Parece que casi nadie es consciente que el turismo ya no puede seguir siendo una actividad a cuidar sino a enfriar, que la riqueza de un país no puede consistir en esquilmar los recursos hídricos para traspasarlos a campos de golf para ricos, a hoteles, casas rurales, hostales... Da igual las estrellas que tenga, la cuestión es que una ciudad no puede quedarse sin agua porque la visiten miles de turistas en tres meses consumiendo el agua de 6 meses en tan solo dos. Esto no es sostenible aunque nos pongamos a pensar en la destrucción de empleo que es la retórica fácil. Vamos a dejarnos de gilipolleces porque si no hay planeta no va a haber actividad que valga, no habrá salud para trabajar, no habrá más que caos en una distopía cercana, real, cargada de miedos e incertidumbres. Y como no aprendemos ya puedes ir adivinando cuál va a ser nuestro final, a menos que corrijamos ya no pasado mañana. Disfrutaré lo que me quede de vida sin molestar a la Madre de los diez mil seres, a la Pachamama y le pediré, en mis pensamientos, perdón tanto como benevolencia por el mal hecho a la vida

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