ACOSO LABORAL, UNA CONDUCTA DELEZNABLE Y PERSEGUIBLE




El acoso laboral o acoso moral en el ámbito del trabajo es una situación objetiva, no subjetiva, cuya finalidad última es la denigración del individuo, la destrucción o anulación de su integridad en sus distintos aspectos o fundamentos biológicos, psicológicos y sociales en el ámbito de las relaciones en una empresa provocando, en consecuencia, el abandono del puesto de trabajo además de unos efectos devastadores en la persona afectada.
Una situación de acoso se puede manifestar de múltiples formas dado que la personalidad acosadora también es variable, siendo el rasgo más común el de alguien con un perfil psicopático, ególatra, autoritario, quizá cargado de muchos más miedos que la persona acosada pero con pocos escrúpulos de conciencia. Puede ser directamente alguien con responsabilidades en la empresa (propietario, apoderado, un jefe directo) o sin ellas como, por ejemplo, compañeros o compañeras de esa persona acosada. Puede ser un mobbing vertical o transversal y que, además, no tiene una identidad que ese ámbito laboral sea una empresa. El acoso laboral se da en sindicatos, asociaciones, la administración como tal en cualquiera de sus dependencias, lo que da idea de lo extendida que es esta práctica que corresponde a un patrón cultural de comportamiento que soslaya responsabilidades, que no muestra su rostro pero que actúa casi invisible. 
Tiene muchas formas de manifestarse y hay síntomas y a mí no me van a engañar con esta situación que yo he vivido en primera persona haciéndome ver que es consecuencia de una "mala organización de empresa". No, en absoluto. La buena o mala organización es un aspecto más a considerar pero no es ni con mucho el aspecto central puesto que si a la persona acosadora (no siendo el empresario) la trasladamos de lugar el riesgo de reproducir la situación seguirá siendo el mismo. No debemos olvidar que si hay que proteger a alguien será a la víctima y no al verdugo.
Pueden apartarte a un rincón sin carga alguna de trabajo, bajo el signo de la ignorancia más absoluta, sin poder acceder a una red de trabajo, sin conexión con el mundo exterior desde tu silla o muy limitada la misma. Te apartan de los compañeros/as que van retirándote el saludo (dicen que por miedo a que les identifique contigo, miedo de cobardía) y se convierten en cómplices canallas. Te ponen un apodo no cariñoso precisamente y te señalan con el dedo de forma despectiva y eso implica que si es un trabajo de relación con clientes o público ya no serán motivo para tu trabajo. Si pueden te van cambiando los turnos injustificadamente, si no simplemente pasan las horas hasta que llega el momento de salir, ese en el que se hace un vacío cuando sales junto a alguien. Ya vas siendo nada ni nadie.
Si retirarte carga de trabajo supone mermar tus ingresos por comisiones, por ejemplo, entonces no habrá dudas que esa medida se aplicará igualmente y que en más de una ocasión habrá "olvidos" en las nóminas para retrasarte algún pago. Pero, además, serás objeto de sanciones injustificadas pero que tendrás que demostrarlo encima y el calvario seguirá. La Inspección de Trabajo suele actuar mal y tarde, los juzgados de lo social ponen muchas trabas para darte la razón. Puedes llevar más de 300 folios de pruebas numeradas con fotografías de una agresión física, de partes médicos, de resoluciones de incapacidad absoluta pero la juez te dirá que no es mobbing.
En la línea de lo expuesto tanto te pueden hacer el vacío como tratarte a gritos o ambas cosas, de ponerte un apodo o mote agresivo y denigrante como de señalarte como "esa" o "ese" sin nombre porque no eres NADIE, tanto sobrecargarte de trabajo mientras otras personas disfrutan de su relax como de aislarte del trabajo sin que puedas ejercer tu cometido. Pero ¡ojo si eres mujer! porque aquí, además, suele darse un doble acoso: el laboral junto al sexual. Si eres mujer estás en el ojo del deseo del machito de la manada que se encargará de difundir que eres poco menos que una mala zorra, tu vida se quebrará porque un día dijiste que no a una proposición altamente indecente de un tipo con pocos escrúpulos pero con poder en la empresa o poder de dirección en el ámbito que corresponda. Y tendrás que sufrir las vejaciones propias del patriarcado cultural como mujer violentada, agredida moralmente pero, además, con insinuaciones, miradas, tocamientos.
La figura del acoso laboral se ha tenido que cobrar muchas víctimas, incluso con suicidios silenciados, para que vaya calando en una sociedad insensible y poco permeable a estas prácticas indecentes, inmorales, antiéticas, y -en definitiva- delictivas. Sí, como lo leen. Una situación de acoso puede ser condenada como delito por ilícito penal en el actual Código penal de España.
A mí no solamente me inquieta que exista la figura del acoso sino que, además, haya asesores que en sus despachos hayan alentado, comprendido, justificado, las conductas de sus empresas asesoradas y que luego vengan a cubrirse bajo el manto del derecho a la defensa. Joder, vaya demagogia. Lo que es injustificable venga de quien venga no puede aplaudirse y yo no lo voy a hacer.
Cuando una situación de este tipo se da o tienes oídas que se da ha de indagarse hasta las últimas consecuencias que es lo que en una situación ética debiera hacerse, pero...
La figura del acoso como tal ha destruido personas, familias, vidas incluso, y la sociedad damos la espalda de forma pusilánime, cobarde, indecente, cuando acontece. Preferimos ignorar antes que actuar en consecuencia porque, claro, es mejor mirar para otro lado. 
Yo podría estar relatando aquí no pocas situaciones de acoso muy variadas pero no es el caso, porque se trata de aportar un punto de reflexión simplemente para que no olvidemos que la situación existe y que tenemos la obligación de prevenirla a través de los debidos protocolos de actuación. 
La empresa está obligada a prevenir todos los riesgos y estos, los del acoso, están considerados como riesgos psicosociales laborales. Y prevenir es mejor luego que tener que intervenir una vez tenemos el nubarrón.
En el mejor de los casos la empresa no es culpable directa puesto que su titular no es la persona actuante. Bien, pero el poder de organización y dirección la tiene. Responsabilidad tiene
En el peor de los casos la empresa es la que tiene configurada la situación para que sea propicia por activa o por pasiva. Entonces la responsabilidad ya es ineludible aunque tenga el paraguas de sus acólitos cantamañanas.
Con esto quiero llegar a que debemos cortar de raíz cualquier situación si no somos los responsables directos tanto si tenemos conocimiento por actuación inmediata como por preventiva, y si es usted empresa responsable entonces merece que un castigo ejemplar le recayera: retirada de subvenciones, pérdida de licitaciones, sanción administrativa máxima y, en su caso, enjuiciarlo por el ilícito penal con las consiguientes penas que pudieran recaer. 
Por eso, en positivo, hay que apostar por protocolos de prevención del acoso laboral y dotarse, en su caso, de mecanismos de mediación si con ello facilitamos que el ambiente en la empresa sea sano, esté alejado del paradigma de lo tóxico emocional porque eso, además, es responsabilidad social que pone en valor la dignidad de su personal y la de la propia dirección. Y con una empresa así merecerá la pena de hacer negocios porque ha puesto en el centro de su atención a la persona.

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