DEL "RECURSO HUMANO" AL TALENTO HUMANO




Hace ya un tiempo que inicié una reflexión sobre la naturaleza y conceptuación en la empresa de eso que denominan (a veces pomposamente) "recurso humano" y la consecuencia lógica, como creo que no podía ser de otra forma, es que si a mí me tratan como un recurso me ponen al mismo nivel que un ordenador, una silla, una impresora digital o una empacadora de paja por ejemplo. Tiene gracia que el diccionario RAE, en su entrada 7, defina a recursos como conjunto de elementos disponibles para resolver una necesidad o llevar a cabo una empresa. Recursos naturales, hidráulicos, forestales, económicos, humanos. ¡Hay que joderse!, que la "autoridad" académica, además, nos ponga a los humanos en último lugar de la frase. ¿Curioso no? Yo a lo mío
La "autoridad académica" me pone de objeto, de medio. Y esa mentalidad perdura en una sociedad muy refractaria a los cambios y eso sí que es temor a progresar, a innovar. Aquí mucho I+D+I, mucha pompa y liturgia de desarrollo pero en esencia la cuestión nuclear de lo que quiero plantear no se mueve aunque quienes, paradojas de la vida, investigan, desarrollan e innovan son personas, no códigos de barras. Personas que ponen amor, intención, dedicación, abnegación, sacrificio, pasión y, también, muchos silencios impuestos por quienes tienen la obligación de apoyarles.
Nada más hay que observar algunos sitios webs de algunas empresas para comprobar que en el mejor de los casos apuntan tener un departamento de "recursos humanos", y las más ni eso siquiera. Para unas va dirigida la necesidad de modificar ese patrón adquirido de un concepto a mi entender caduco, y para otras el incorporar directamente un perfil de relaciones sociales basadas en la humanización del modelo productivo. Por tanto, desde la crítica constructiva, desde el necesario análisis sereno y objetivo, es tremendamente necesario, urgente diría yo, que las pymes -en particular- adopten un patrón diferente alejándose de otros cantos de sirena o modas dirigidas desde "arriba" o desde "fuera" de su realidad. Es cierto que una empresa de diez trabajadores no va a necesitar un departamento de gestión del talento humano pero sí el conocimiento, la vivencia, de qué es el talento y cómo fidelizarlo, de cómo trabajarlo y hacerlo visible. Y tan cierto es eso, por tanto, como que las personas emprendedoras así lo vayan entendiendo tanto como quienes le asesoran porque, desde mi punto de vista, no se sostiene que una empresa muy arraigada, de esas que dicen tener solera y marca en un sector, tengan externalizada su propia política de "recursos humanos" como le llaman además en una provincia diferente a su sede (¡!) lo que me da idea que ahí se resume una gestión más de contrato-nóminas-seguros sociales-despidos-expedientes disciplinarios y poco más. Pero lo grave es que esta política pasa en la administración pública porque vas, preguntas por su contenido y da esa medida. Aquí, en la administración, puede llamarse "personal" o "recursos humanos" según el caso. Lógicamente el ejemplo no existe, la referencia está ausente y, por tanto, a partir de aquí está todo por venir.
Esta simple reflexión, con su semántica académica incluida, me vale para recordarme a mí mismo el trabajo que hay por delante y, como tal, el reto que no es otro que el de salvar resistencias y que, precisamente, en alguien que debe tener un cierto espíritu de aventura exista este espíritu refractario pues se hace más difícil de digerir lógicamente pero es la realidad pura y dura.
No obstante creo que al igual que eso que se denomina responsabilidad social va calando (pero con matices diría yo) también lo hará el talento humano para hacer posible, finalmente, que un puesto sirve a la persona y no al revés y que si a nadie se le ocurre calzarse un zapato de talla inferior a sus pies por qué ocurre esto en la relación social del trabajo cuando parece que la adecuación no es algo importante. Lo es y mucho además sobre todo para la eficiencia y la eficacia. Hay personas obsesas con la productividad y creen que trabajando muchas horas se consigue más, pero dejan de atender lo esencial y es que quienes han de desarrollar el trabajo han de hacerlo bajo condiciones dignas, justas, y está claro que en ese lugar donde no hay ventanas abiertas al final todo se vuelve asfixiante. 
Una persona que no es un recurso, que es un sujeto central e importante en el desarrollo productivo, será mucho más eficiente y eficaz, incluso a menos horas reales, que otra infeliz y frustrada. Y esto es tan básico como aprender a leer y escribir. El cambio, la innovación, también toca a estas puertas para humanizar el modelo productivo

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