LA SALUD EMOCIONAL: FACTORES DE RIESGOS LABORALES



El ser humano no solo es un cuerpo cuyo exterior, en ocasiones, es engañoso, ni tampoco es mente que puede producir salidas brillantes o situaciones atascadas y destructivas. El ser humano, además, es espíritu libre y es emoción. Somos emociones sobre las cuales quiero expresar mi parecer en cuanto a su conexión con la relación laboral.
Nadie que se precie con un mínimo de inteligencia dejaría de otorgar importancia al cuidado de la salud emocional, lo que pasa es que yo me uniría a Einstein y me preguntaría dónde está la inteligencia...
Emociones hay tantas como situaciones, aunque las hay que son básicas y otras que serían producto del devenir de las circunstancias, y las emociones cambian por momento en tanto que si todo está en movimiento cómo no iba a ser menos ello. La cuestión estriba en saber manejarlas, gestionarlas adecuadamente tanto desde uno hacia sí mismo como hacia los demás sobre todo si tenemos algún grado de responsabilidad dentro de un organigrama de empresa.
Uno ha visto y vivido situaciones que bien podrían haberse solventado con una adecuada ponderación de esas emociones que nos han hecho jugar una mala pasada y, de esta forma, haberse evitado un ambiente enrarecido que, con posterioridad, ha incidido negativamente en un buen clima de negocio. Claro está, y repito, que para esto haría falta además de inteligencia algo de sensibilidad y esto es harto difícil en este mundo tan extraño por destructivo que hemos ido tejiendo y que terminará por explotarnos en la cara...
Un día alguien se ha levantado con una mala vibración porque está harto que lo expriman, que no lo hayan considerado durante años, que le hayan hundido lentamente su autoestima, que la angustia haya crecido casi sin percibirla y la desesperanza se apodera -aquí sí- de tu mente desbordando la rabia, la ira contenida, y ese día sucede la desgracia que nadie quería ver venir y que bien puede llegar en forma de suicidio, homicidio o ambas situaciones. Y esto es llevar al extremo del dramatismo algo tan cotidiano que solemos ver en algún medio de comunicación y que en algunos países sufren más que en otros por su peculiar forma de entender la vida (o la muerte, no sé...)
¿Pudo evitarse? Seguro que sí. Simplemente humanizando las relaciones sociales, así de simple. Pero cuando en una empresa eres un número o código de barra difícil es que se de ese aspecto, y lo que planteo no es ninguna utopía. Es una cuestión de  pura inteligencia emocional saber gestionar un mal día antes para que no llegue lo que no debe. Es evaluar los riesgos y saber atajarlos.

Si en lugar de intentar manipular a la gente decidiésemos hacerlas partícipes, si en lugar de introducirlas en una vorágine destructiva fuese creativa ¿no iría algo mejor la situación? Yo creo que sí. 
Cuando alguien acude de buen humor o encuentra un ambiente agradable en su lugar de trabajo, cuando su valía personal está acorde con su vocación y desarrollo profesional, cuando se ve adecuadamente recompensada esa persona en su retribución, está más que claro que el índice de satisfacción laboral crecerá exponencialmente, el clima negocio será inmejorable y, por tanto, la eficiencia y la eficacia no se resentirán en absoluto, más bien se fortalecerán, ya que habrá un orden, un objetivo común. Esto, además, encajaría con el derecho a ser feliz que promulgan algunas constituciones en sus países y con la honda necesidad que el ser humano tiene de realizarse. Ahora, bien, la pregunta seguiría en el aire ¿hay inteligencia para aplicar una cuestión tan simple? Si me tengo que agarrar al dato empírico de lo que observo, leo y oigo, la verdad es que aún podremos estar buscando inteligencia fuera de este planeta porque lo que es aquí más bien escasea.
Las emociones, en su esencia, forman parte de un todo en el ser humano y que, como tal, influyen en la salud integral del individuo. Si la emoción es positiva (alegría) irradiará positividad, si la emoción es negativa (tristeza) sucederá lo propio pero en su polaridad. Evitar esta última, desde una perspectiva de consultoría social, debiera ser una obligación más que justificada de los responsables de empresa si no quieren correr el riesgo de irse debilitando en sus pilares. Antes o después, por mucho que los pilares se "renueven" echando a gente y entrando otra, la cuestión terminará por estallar, y siempre puede suceder cuando menos se espera.
La salud emocional, o sea cuidar de ese detalle del buen humor, de la confortabilidad, de la alegría, de la asertividad, de la conciliación entre vida laboral y famliar, etc., no es una quimera, es una necesidad de innovar en estrategias de personal que, además, deben alejarse del espectáculo motivacional (ahora lo hay mucho con determinados coaching) y eso no pasa por la manipulación, como apuntaba antes, sino todo lo contrario dejando salir el potencial creativo de cada persona. Y todo esto habría que situarlo -una vez más- en el criterio que la persona es el centro sin la cual no hay negocio, a menos -claro está- que el día de mañana un robot quiera comprar bragas para su pareja robótica...
Cuidar de cuestiones simples nos evitarán situaciones más complejas y, a veces, más difíciles de abordar. La voluntad casi lo es todo, y donde se quiere seguramente podremos.






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