MIS HÉROES Y HEROÍNAS



Son personas de las que decimos normales, las que acuden cada día a trabajar o a buscar empleo a veces a cambio de casi nada, las que vinieron de allende los mares en busca de una oportunidad dejando atrás familia, raíces, sentimientos, para verse despojadxs de derechos básicos, náufragos en medio de la abundancia. Son nuestros mayores que administraron la miseria de un país en postguerra y bajo la represión más abyecta conocida en Europa después del nazismo, y a quienes ni siquiera les dejamos vivir o morir en paz arrebatándoles, incluso, la esperanza de tener una mínima dignidad en sus últimos días. Héroes y heroínas son hombres y mujeres que se enfrentan a su identidad de género sin que la sociedad aun les reconozca el derecho a ser diferentes, a sentir por dentro diferente a su cuerpo y a la fecha que estamos sometidas a la burla, la persecución por la intolerancia.
Mis héroes y heroínas no son fundamentalmente ganadores de trofeos -aunque hay ejemplos claro que sí- ni tienen una jugosa cuenta corriente porque, también, son microempresas que sobreviven como pueden, jóvenes cargados de títulos y sin futuro, personas enfermas que superan una grave dolencia a base de fe, de pundonor además de ciencia, de personas discapacitadas que no entienden de barreras para su propia superación. Son personas que salvan vidas, cuidan de ti, te enseñan a ser mejor persona...
Las personas honestas en un mundo corrupto, las visionarias adelantadas que son audaces rompiendo patrones establecidos en pos de un mundo algo mejor, quienes buscan activamente la paz como el camino a seguir con su ejemplo, quienes con pocos medios técnicos logran metas increíbles.
En un mundo muy dado a la mitomanía, al enaltecimiento de personajes de la farándula, del deporte millonario, yo creo en el poder creativo del niño que aún es capaz de soñar con una cometa de tela o papel y jugar con el aire, y hacer castillos de arena como arte efímero y ese niño es mi héroe también porque me recuerda que yo aún tengo un niño interior al que debo darle rienda suelta. 
Mis héroes y heroínas tienen nombre y apellidos aunque sean parias, refugiados de las guerras inútiles y absurdas (que eufemísticamente llamaríamos teatro bélico o teatro de operaciones...), quienes cruzaron a nado un mar desconocido y anduvieron no se sabe cuántos kilómetros de desierto para llegar a la tierra de promisión que luego se les tragó bajo la capa de la muerte.
Esa persona don nadie es mi espejo para recordarme a mí mismo que la vida debemos vivirla momento a momento porque nunca se sabe dónde estará uno si arriba o abajo. Y a esa persona alejada de los focos mediáticos, de la comprensión social, quizá abandonada a su suerte por su propio entorno, al menos hay que dedicarle unas letras simplemente por ser humano con un significado de demasiada carga de profundidad para que este mundo tan superficial y volátil sea capaz de entender y es que es ahí donde tenemos que inclinarnos, hacia la humanización de nuestras relaciones sociales a cualquier nivel.

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