CORRUPTOPOLIS: EL PAÍS DE LA DESMEMORIA
Vivo en un país, otros dirían nación, al que no sabía cómo llamarle hasta hace poco. Sí, claro, ustedes dirán pero hombre si es España. No te líes que está en el mapa. Vale, hasta ahí de acuerdo. Pero este país cargado de historia con mayúsculas por cuyas tierras pasaron culturas tan antiguas como Tartessos, Íberos, Celtas, Fenicios, Romanos, Godos, Árabes, Judíos, etc., y en los nuevos tiempos gente procedente de diversos puntos del mundo que se asientan quizá para retirarse aquí como finlandeses, alemanes, suecos, británicos ingleses mayormente, daneses pero, también y mucho, gente que arriesgó su vida para llegar por mar procedentes de África fundamentalmente, o gente que vino en busca de oportunidades procedentes de Latinoamérica. Pero en este país habitan raras especies de mente abyecta y obtusa, incluso perteneciendo a la casta dirigente que durante años sometió y humilló a su propio pueblo sumiéndolo en la indignidad y el oprobio, en la vergüenza del mundo. Pero el pueblo olvida sus raíces, de dónde venimos y un pueblo que no tiene memoria no merece ser recordado. Olvida que no hay raza predominante, que la oportunidad solamente está en tener una cuenta corriente o ser un miserable. Olvida que sus verdugos son quienes dirigen un país como si fuera un cortijo de amiguetes concediendo favores. Nunca tuvieron los Juzgados y la Policía tanto trabajo de investigación para destapar toda una filosofía del poder basada en la corrupción y el cinismo político pero, claro está, donde se cimentó sobre mierda los pilares no pueden oler a fragancia exquisita. Y es que eso es lo que pasó en nuestra historia reciente vendida tan modélica al resto del mundo, y yo no sé si el mundo se lo tragó el cuento o condescendió por salvar el negocio. Estos son los patriotas que se llenan la boca pero, también, la cartera que en diversos períodos de la historia dirigieron este país o sus antepasados y luego presumen de democracia porque la gente "les vota". Me río yo entonces de la calidad democrática, del conocimiento y la sabiduría popular si cuando vas a votar pones al zorro a guardar las gallinas.
Entonces, por supuesto, uno se cuestiona si es que hay un mal de alzheimer colectivo que olvida rápidamente o aquello que le interesa nada más selectivamente aunque, obviamente, ahí ya jugarán un papel importante algunos faranduleros de la expresión que se llaman periodistas que no sirven a la verdad objetiva sino al interés si no personal sí corporativo del jefe que le paga. Así, ni más ni menos.
Y esta filosofía de la corrupción se instaló de tal forma en la médula del poder que justo el partido gobernante acaba siendo imputado entre otras lindezas por financiación ilegal, con dinero negro procedente de comisiones o mordidas por favores en adjudicaciones públicas sobre todo en construcción y, por ende, por el uso que luego tiene ese dinero para financiar campañas políticas en clara ventaja sobre otros competidores etc. etc. O sea es lo que llamaba un tahúr en las cartas. ¿Y a mí me van a decir que esto es democracia? ¡Un carajo! que no soy ignorante. Pero es preferible mirar para otro lado, depositar la confianza en quienes te saquean legalmente (véase caso Bankia por ejemplo y otros más del despilfarro que nos ha costado 54 mil millones de euros a costa de espaldas como la mía, no de las estos mequetrefes), caer en el canto de sirena y caminar hacia el abismo. Y esto no pasa en un país de esos que se le llama "en vías de desarrollo". Esto está sucediendo real, día a día y año tras año desde hace mucho tiempo, en un país que dicen "moderno" aunque yo, visto lo visto, prefiero ser arcaico pero honesto. Este es mi país del que me avergüenzo cuando aún no fueron capaces sus dirigentes de cerrar las heridas de la guerra civil (infame guerra como todas) permitiendo que sea el segundo país del mundo con más desaparecidos sin identificar en fosas comunes. Un deshonor para las familias y para mí como ciudadano. Los vencedores fueron sanguinarios vengativos sin más a los que Occidente les fue abriendo la mano a partir de la década de los cincuenta mientras las libertades eran ferozmente reprimidas. Y la corrupción existía con la dictadura y las monarquías anteriores (nada más hay que leer el currículum de algunas de esas celebridades y su corte) pero, al parecer, de aquellas tormentas vinieron estos lodos aunque, eso sí, disfrazados ya de piel de cordero, de trajes caros, de sonrisa dentífrica y cínica, de "democracia" en una vaguedad intelectual del término que asusta. Un país al que solamente reconozco por su podredumbre porque el olor se ha instalado hasta el tuétano, que no dejó crecer las flores en primavera, que cercenó la esperanza de cientos de miles de jóvenes que han tenido que emigrar fuera de aquí para que su talento sea reconocido y aprovechado, para que sus sueños se vean realizados. Un país que recibe bien a la gente de fuera pero maltrata a la gente de dentro volviendo inviable cualquier iniciativa con visión de futuro, un país que camina como pollo sin cabeza porque la inteligencia de los que dirigen es la de ese pollo, un país de patriotas barriobajeros y chulos que se llevan los dineros a Panamá o a cualquier otro paraíso fiscal más cercano como Andorra, Suiza, etc., con la bendición de una iglesia católica nacional basada en los mismos principios, en su conjunto, de podredumbre moral con pompa, boato, viviendo del erario público, y salpicada de casos de pederastia también. Una iglesia que durante años fue poder y del que se ha lucrado a costa de los demás, aunque en esa iglesia haya gente honorable a más no poder y de la que me honro conocer gente y haber compartido camino. Pero otra cosa es la esfera del poder...
Por tanto qué se está demostrando de forma fehaciente con las formas que aquí se vienen desarrollando es la cuestión. Casi nadie dimite y cuando lo hace es más que forzado por una flagrante evidencia que tienden a negar y por mentir es cuando ya te tienes que ir. Se miente, manipula, se corrompe la función pública, los valores democráticos reales. Y es que en mi país, en CORRUPTÓPOLIS parece que la memoria es un artículo de lujo.
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