SÍNDROME POST VACACIONAL: ESO QUÉ ES?



Esta expresión, tan usada en períodos vacacionales como el que nos ocupa ahora, no deja de ser la manifestación de una emoción, una situación de resistencia indicativa que algo no funciona. No tiene más secreto para mí.
Cuando una persona vive situaciones tensas en el trabajo y no se resuelven sino que, al contrario, con el paso del tiempo se agudizan la reacción lógica de nuestro cerebro es enviar una orden refractaria que la expresamos emocionalmente a través de malestar que aparece tal cual como dolor de cabeza, dolor de espalda, mal humor etc. En definitiva todo un cuadro sintomatológico que pone a la luz lo que realmente albergamos, el cómo nos relacionamos con respecto a nuestro trabajo con lo que ello conlleva de relaciones personales con la empresa en su conjunto tanto personal trabajador como de dirección.
Si en la empresa hay un clima tenso de forma constante la insatisfacción laboral, aunque no se manifieste, es una realidad palmaria que el período vacacional de ausencia hace que temporalmente nos alejemos del "peligro" pero que retorna conforme el calendario va haciendo caer las hojas cual otoño hasta que se produce el retorno con ansiedad entre una de sus principales manifestaciones.
Si hemos tenido unas vacaciones emocionantes, dignas, relajantes, el choque puede ser tremendo como si de la caída de una montaña rusa se tratara. Si las vacaciones han sido inquietas, con discusiones con la pareja que han terminado en vía de divorcio (suele suceder con frecuencia), con el resto de la familia etc., la vuelta al trabajo estará cargada de malhumor y será una dosis más a añadir de todo cuanto uno lleva encima. Si eres de los que en el trabajo vas de pelota, lacayo y demás seguirás jugando tu papel pero en función del resultado de tus vacaciones proyectarás tus frustraciones. Si se te ha jodido un negocio intentarás putear a un trabajador, al primero que se te cruce, a ese que lo pasó bien en vacaciones porque te da envidia y quieres fastidiarle la vida.

Con esta pequeña, sucinta descripción de conexiones en las relaciones, quiero que nos situemos ante qué estamos cuando hablamos de síndrome post vacacional. No hablamos más que de la calidad de tu trabajo, de la relación entre el trabajo y tú, de tu actitud ante la situación, del ambiente pero nadie habla de soluciones o, al menos, yo no veo que se haga.
Algunos piensan que la solución es disfrutar pocas vacaciones para que no nos acostumbremos a lo bueno. ¡Vaya imbecilidad! Disponer de treinta días (hay quienes de casi nada porque son los nuevos esclavos aunque lleven corbata) en el año hay diversas formas de disfrutarlos pero la más cara es cogerse cuatro o cinco períodos por muchas razones y una, sin más, es el sobrecoste económico para el propio bolsillo de la persona interesada. La excusa es que así me quito de vez en cuando de en medio para desconectar. Podría valer si no existiesen alternativas, claro está. Pero es que las hay.

La mejor alternativa es ( a ver si se enteran algunos responsables...) mantener un ambiente de trabajo sano, limpio de contaminación psíquica, equilibrado en las emociones, organizado adecuadamente. Un ambiente digno, libre de sobrecarga mental y, por tanto, de riesgos psicosociales como el síndrome de burnout o del quemado. Un ambiente, sin ser reiterativo, en el que cuando yo me vaya de vacaciones el trabajo y yo estemos integrados y que no me produzca ninguna reacción ansiosa-depresiva por muy pasajera que sea y que no tengan que venderme triptófano en pastillas porque yo ya tengo la mente positiva al practicar meditación, y otras variadas técnicas de relajación.
A mí me vale contemplar una puesta de Sol, una salida de Luna llena, un baño de noche con esa luna, un baño temprano para dar la bienvenida al día en verano. A mí me vale pasear a pie de mar o de río. Está en mi actitud y en qué grado de satisfacción laboral tengo. Si ésta, la satisfacción, está bajo mínimos es probable, casi seguro, que mi autoestima esté por los suelos, mi motivación nula, mi amargura irá in crescendo y así, de esta forma, es como algunos pusilánimes hacen posible que la gente se vaya del trabajo o se amargue teniendo, además, la desvergüenza de exigir alto rendimiento.

El síndrome post vacacional en realidad existe si hay mal ambiente de trabajo y, al parecer, la realidad es que sí es así, que hay un altísimo porcentaje de gente infeliz porque hace cosas que no le gustan, porque no hacen lo que les gustaría, porque hacen lo que no deben por orden superior o porque no hacen lo que deben también por orden superior. Esa gente es normal que sueñe con islas paradisíacas, con viajes largos para no volver, con juegos de azar a ver si les toca y desaparecen pero unas vacaciones de quince días, en un primer período, no dan más que para hacerte a la idea desde seis o siete después porque los primeros estás fuera de lugar, inquieto, porque tienes institucionalizado el despertador, la obligación y lo extraño -bueno, ya no me extraña tanta estupidez- es llevarse el ordenador a la playa o al campo para estar conectado...

Si volvemos la mirada atrás esto es lo que nos encontraremos pero siempre tenemos la oportunidad de convertir, como responsables en la empresa, el lugar de trabajo en un punto de encuentro para que la humanización del modelo productivo sea posible. Simplemente porque es saludable, deseable, y buena para el clima de negocio.

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