DESAPRENDER PARA EVOLUCIONAR



No valen los viejos paradigmas sustanciados en las distintas áreas de nuestras vidas, siendo una de las más importantes y controvertidas la educación aunque, eso sí, no debemos olvidar u obviar ninguna dado que todo está interconectado. Primer paradigma que hemos de romper es el del compartimento estanco en el conocimiento y las vivencias.
Se aferran a no modificar nada quienes pretenden hacernos creer que su mundo es el único válido al que llaman real cuando la realidad existente puede transformarse. Basta con iniciar el camino. A esas mentes se les llama conservadoras, rígidas, sectarias, cargadas de prejuicios y miedos no reconocidos, de represión, de poder y control de las vidas ajenas. Pero antes o después los paradigmas se rompen y así se ha venido demostrando a lo largo de la Historia en diversas áreas de la vida. Los Beatles, Camarón de la Isla, Albert Einstein, los hermanos Marx, Carl Jung, Leonardo Da Vinci, Cervantes y un innumerable etcétera nos puede confirmar que sin ruptura no hay progreso verdadero el cual debe estar, pues, en la base de la propia dinámica social. Pero, a día de hoy, no vale echar vino nuevo en odre viejo. 
Una sociedad caduca, decadente, fuera de control, carente de principios éticos y valores comunitarios solo puede llevarnos al abismo y, por tanto, a la destrucción más que segura de la propia especie humana. Luego será la nada.
No es apocalíptico, ni mucho menos, lo que estoy planteando. Simplemente es una observación de la realidad a la que nos supeditamos sin cuestionarla siquiera, sin intentar -desde el potencial creativo que portamos- voltear la polaridad negativa. 
Constantemente hablamos que si machismo, violencia de género, patriarcado, acoso sexual, acoso laboral, acoso escolar, corrupción institucionalizada en la sociedad. También podemos pararnos a leer sobre la melancolía del desamor, sobre el concepto de amor ese que vale para siempre pero del que solamente se ocupa una parte en la relación. Queremos buscar soluciones sin cuestionar valores amañando los existentes, con los viejos esquemas o paradigmas, entendiendo y dando por bueno lo aprendido en la escuela, la universidad etc., pero menospreciando las enseñanzas de la propia vida a través de las experiencias existenciales como verdadera maestra. Cuando cometemos un error y no rectificamos es necedad, cuando cometemos un error y corregimos no es sabiduría sino consecuencia cuando somos capaces de prevenir entonces es cuando estamos aprendiendo los mecanismos de la vida en su sentido más profundo.
Cuando la gente se niega a cambiar su modo de pensar o actuar bajo la excusa "yo soy así" o "a mi edad ya no se cambia" es como decirle al agua que se estanque y se pudra, o abandonar un barco en puerto para que no navegue. Si fuéramos aves migratorias ya nos habríamos convertido en sedentarias o habríamos muerto. Y es que el género humano cree que vive porque entiende que respira, come y satisface otras necesidades primarias, pero no entiende o quiere entender que no se puede seguir calzando un zapato pequeño en un pie grande.
Somos consumidores irracionales de conocimiento más que actores del proceso y así es como se diseñan los planes de estudios bajo la sombra de la mercantilización o cosificación de las personas donde quienes han de ir en el mismo barco en la comunidad educativa, por ejemplo, remando en la misma dirección resulta que cada uno rema para un lado diferente pero no tanto por culpa de los colectivos en un sentido estricto sino por las pocas posibilidades que el sistema concede. No interesa más que la individualización en las relaciones sociales y no darnos cuenta de ello nos lleva a seguir varados.
Todos los patrones culturales heredados, a día de hoy, hay que someterlos a examen para romper los lazos que puedan unirnos a un proceso de aculturación, de conciencia acrítica, de ignorancia de los fundamentos de la vida para construir otra realidad en la que habría otro modelo de socialización del saber, otro grado de responsabilidad que no puede soslayar la individual ni la conexión con el sujeto colectivo. Mientras tanto seguiremos reproduciendo clichés, veremos la misma película pero con otros personajes siendo el mensaje esencial el mismo. Construir sobre ruinas traerá más ruina. Por tanto seguiremos padeciendo violencia, corrupción, misoginia, sectarismo, inconsciencia en definitiva porque ese es el modelo cultural que queremos perpetuar sin cuestionarlo siquiera lo que no hace que pueda esconderse la responsabilidad personal que cada uno tiene para que, a decir de Goya, el sueño de la razón produzca monstruos... 

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