LOS MUROS DE LA IGNORANCIA




Se pueden levantar muros para impedir un trasiego indeseable, para provocar segregación o aislamiento, para proteger un jardín o una trinchera. Utilidades mil, pero hay un muro que levantamos sobre un pilar esencial justo para que pueda levantarse: el de la ignorancia. Esta es la peor de las demencias o necedades que la sabiduría antigua manifestaba.
La  ignorancia genera estupidez, involución, depravación moral en toda su amplitud. Hace posible que grandes mentiras se conviertan en verdades simplemente a fuerza de repetirlas machaconamente, o simplemente diciendo aquello que tú quieres oír. 
Cultivar la ignorancia es cultivar la necedad más la ajena que la propia fundamentándola en la manipulación, el miedo, el desconocimiento, la frustración, el desinterés. Y cuando se cultiva cardo borriquero no podemos pretender recoger manzanas. Recogemos lo que sembramos y la ignorancia es una siembra cuidadosa que requiere esmero en el tiempo para que llegue luego el brujo de la tribu invocando poderes extraordinarios.
Un muro entre personas se levanta con la indiferencia simplemente, con no atender las invocaciones de su ego, poniendo distancia emocional y sin agresividad. Esa es una manera mas auténtica de ignorar pero de la ignorancia que escribo a esa hay un largo tramo ya que en una de la indiferencia no hago negocio, de otra sí hago el mío a costa del sufrimiento ajeno.
El pueblo alemán ignoró lo que sucedía en su casa con las cremaciones a todo aquel que no fuera "ario", algo raro cuando el mandamás  era un tipo enjuto y no rubiecito precisamente. El pueblo italiano ignoró lo que acontecía en su territorio hasta que la gente dejó de mirar hacia otro ladoi. 
Europa, hoy, construye muros de ignorancia para refugiados cuya situación las han generado las políticas de quienes tomaron países al asalto. El mundo, tan evolucionado él, gira la cabeza"democráticamente" para ignorar el sufrimiento apostando por no implicarse directamente en una corriente que acabe con ello. Seguiremos levantando muros de ignorancia a costa de papeletas que no dicen nada o mucho quizá de qué grado de vileza intelectual es la que barajamos, pero los imperios cayeron y los muros también. Quedan en pie obras que engrandecieron a la civilización hoy ya caduca, decadente y en proceso de extinción a paso acelerado. Y todo por ignorar que  lo que uno no haga de bien otro hará de mal. Y es que la necedad no tiene límites sobrepasando a los del Universo parafraseando a Einstein

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