OBESIDAD




De vez en cuando salen a relucir datos estadísticos sobre algún aspecto relacionado con la salud de la población como, por ejemplo, la obesidad aunque rara vez sale algún dato que mida el grado de estupidez o imbecilidad. Eso lo demostramos cada día...

En concreto hay un dato preocupante que refiere a la salud en términos tanto de individuo como poblacional que es la situación de obesidad en sus diversos grados que parte en el sobrepeso más leve. Y no deja de ser una paradoja que se esté vendiendo la idea de dieta mediterránea y que luego por lo visto la población infantil alcance más de un 30 por ciento con problemas de sobrepeso-obesidad y la adulta alrededor de un 40 por ciento. Esto es muy indicativo en una sociedad que se ha empobrecido en estos últimos años a un ritmo vertiginoso con lo que estamos ante una gran paradoja social de salud pública además, de educación alimentaria, de calidad de vida.
Me parto de la risa cuando oigo hablar de calidad de vida y observo cómo no nos movemos del sillón más que para ir al baño y porque no hay algo más cerca. Somos los mejores deportistas de sofá, entrenadores virtuales con juegos de la misma calaña, tenemos los dedos cansados de tanto darle al móvil, comemos cualquier cosa y a cualquier hora sin preguntarnos siquiera si es bueno o perjudicial. O sea unos cerdos en toda regla cuando le echan el afrecho en la corraleta y comienzan a gruñir porque quieren más y más. Ahora, cuando salen las estadísticas, nadie es responsable: el gobierno que ha de velar por la salud pública no entiende cómo pasa, los padres y madres no entienden cómo su vástago tiene sobrepeso, los adultos se quejan de tener pliegues y se someten a estúpidas dietas milagros que no sirven para nada, a operaciones de estética que no van a corregir la idiotez. Aquí nadie sabe la hora que es pero todo el mundo quiere poner el reloj a punto.

Me hace mucha gracia cuando recorres colegios proponiéndoles para las actividades extraescolares de los chavales ejercicio psicofísico o gimnasia terapéutica que aúne el ejercicio físico suave, corrector y preventivo con la capacidad de concentración, con la atención plena. Te miran con cara de póker, en el mejor de los casos te dicen que ya tienen ocupación con el inglés (?), que las más de las veces ni te oyen o si les envías un correo con información literalmente han pasado de contestar. Esas son las famosas AMPAS o Asociaciones de madres y padres que no tienen, en su mayor parte, una iniciativa porque o no funcionan o eso de hacer que los críos sepan dominar sus impulsos, aprendan a respirar, sepan qué comen y cuándo han de hacerlo etc., es algo que como no va con ellas porque, además, están supeditadas a programas de subvenciones pues ahí se acabó la historia. Todo un despropósito.
Vivimos en una sociedad basura que genera comida basura, información basura, comida basura, actividad basura en general. ¿Y qué significa eso? Significa inmovilismo, poca evolución, mente cerrada, despreocupación o negligencia -en definitiva- con nuestra salud que la hemos delegado en una persona licenciada en medicina o farmacia para que nos saquen las castañas del fuego. Y la salud es una responsabilidad personal tanto como colectiva. En lo personal porque no podemos ser tan necios como para querer enmendar luego lo que ya está estropeado, en lo colectivo porque los poderes públicos han de velar para que sus ciudadanos sean saludables. Del poder público ni mencionarlo ya en adelante por la impericia que han demostrado de aquí para atrás.
Yo tengo que ser responsable de llevar una vida saludable que comprende varios aspectos tanto de alimentación adecuada, ejercicio físico, actitud vital, ocio responsable, sueño reparador.
Si yo no hago ejercicio, como a deshoras, como basura (comidas preparadas, grasientas, azúcares en exceso...) con una dieta desequilibrada, mantengo una actitud ansiosa (tiene efecto rebote la ansiedad), consumo exceso de alcohol u otras bebidas de refresco, estoy sembrando en mi cuerpo la destrucción en forma de sobrepeso-obesidad con los efectos colaterales de hipertensión arterial, colesterol alto, problemas cardiovasculares, movilidad deficiente, atrofia muscular y un largo etcétera de patologías asociadas. No hay que ser licenciado en medicina para saber a qué te expones si cometes excesos con tu cuerpo pero si no lo tenemos claro vamos a un profesional, el que consideremos, y que nos sirva de canal de conocimiento y facilitador del proceso que queremos emprender. Pero si como adultos somos unos irresponsables ya me dirán cómo vamos a educar a nuestros menores si no ven el ejemplo por ningún lado.
Esta es la paradoja, la gran contradicción, de un sistema que hace aguas por doquier en el que podemos asomarnos a la pobreza extrema a la par que a la opulencia, y que donde se suponía que existen medios para una vida con mayor calidad resulta ser una falacia porque lo que comemos es mierda envuelta en papel de regalo, en marketing muy sugerente. Por tanto se trataría de cambiar el paradigma de cómo estamos enfocando nuestra vida porque no puede ser que estemos ingiriendo una energía que no vamos a gastar y eso es un poso que va sumando hasta que llega un día que miras a la báscula (si es que lo haces) y dices ¡no  puede ser, me sobran X kilogramos! Llegado ese día tienes dos opciones entonces que son continuar como estabas creyéndote la vida que llevas o ponerte las pilas y hacerte un plan de choque. Y no es difícil, puedo asegurarlo por experiencia.

La obesidad es una pandemia silenciosa que afecta a cientos de millones de personas donde la población infantil está sujeta a la estupidez de sus mayores. Ponerle remedio será abordar una adecuada educación alimentaria en todos los ámbitos y un control mucho más severo de aquello que se produce y vende. Todo lo demás serán componendas, parches, compadreo al que estamos acostumbrados. Hoy es el día y mañana puede ser tarde. Me parece que no reflexionamos lo suficiente sobre qué vida es la que llevamos y estamos cultivando y llegado el momento lamentarse será una pérdida inútil de energía y tiempo porque, incluso, puede que hasta ya no tenga remedio y el daño sea irreversible.

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