BUENOS PROPÓSITOS



Hoy es el día que la gente dedica a tener un buen propósito para el año venidero antes que les inunde la resaca y el sentido de la culpabilidad por las kilocalorías cogidas o la melancolía por lo que pudo ser y no fue. Un día para el cierre donde todo el mundo, medios de manipulación incluidos, hace su balance en diversos formatos a modo de repaso general aunque, ciertamente, lo del propósito es más una noticia más que una actitud real. Poco propósito de la enmienda veo yo a quienes se dedican a mentir, manipular, tergiversar... Eso queda para el común de los mortales no para quienes detentan poder. O quizá sí, o sea un propósito de seguir con la política del engaño, la violencia, la hipocresía...
Porque, claro está, hay diversos grados de propósitos y para unos un buen propósito es seguir amasando fortuna, beneficios aunque sea a costa del sufrimiento ajeno. Para otros el buen propósito se ciñe a procurar sobrevivir, aunque sea de mala manera, además de quitarte unos kilos de más, o quitarte de fumar que casi nunca se suele cumplir y menos en estas fechas (yo fuí fumador de buenos propósitos y lo dejé un verano de hace 9 años). 
El buen propósito tiene un sustrato de nobleza, espiritual, si realmente es bueno -de un lado- y de otro nos empeñamos en llevarlo a cabo con todas las consecuencias. La vida, que es una escuela de oportunidades, nos está retando siempre a que cumplamos con lo correcto y a esa llamada le solemos dedicar a lo sumo unos instantes de arrepentimiento pero, quizá, con tanta uva, carne, pescado, alcohol y otras sustancias al final se evaporan las buenas intenciones.
Cumplir un propósito tiene su punto de arranque en la intención pero si la cosa queda ahí es como si nos pusiéramos a caminar un paso y nos quedáramos paralizados. No es suficiente. Y eso requiere un enorme poder de voluntad, convicción en aquello que queremos mejorar o conseguir con honestidad, con limpieza de corazón. Requiere constancia, dosis de paciencia, y amor a la vida que nos da la oportunidad de crecer como personas, de evolucionar para superarnos como especie en lugar de condenarnos que es hacia donde vamos.

Por tanto los buenos propósitos deben tenerse pero no como algo efímero, como humo que se disipa, sino como una referencia existencial cotidiana y no lluvia de un día. Mi propósito bueno pasa simplemente por ser yo mismo y abrirme a la abundancia del Universo, pasa por seguir respondiendo a la pregunta de qué quería ser de mayor porque quiero ser feliz. Este es mi propósito.

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