CONÓCETE A TI MISMO

¡Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera.
Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa,¿cómo pretendes encontrar otras excelencias?
En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros.
¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el Universo y a los Dioses”
(Hombre en nuestro contexto de integración y no discriminación habría que traducirlo por humano que es genérico)



El pilar básico, primordial e imprescindible se asienta en el autoconocimiento que es la invocación del demoledor pensamiento arriba citado e inscrito en el frontispicio del Templo de Apolo en Delfos (Grecia) y que el cristianismo de Teodosio hizo que se borrara toda huella del mismo bajo el signo de la destrucción-en aras de una supuesta fe- quedando en pie casi lo que hoy nos llega. No se si esto les recuerda al Daesh destruyendo en la actualidad los tesoros de Palmira en Siria casi 1.700 años después del de Delfos. O sea mismo comportamiento bajo signos distintos. Y qué paradojas de la vida que, además, el de Delfos nos hablase del propio conocimiento que es el que no se enseña en ámbito educativo alguno. Y esto ya me indica hasta qué punto prestamos atención a lo verdaderamente importante que somos cada ser humano en el que anidan todas las respuestas puesto que nada hay fuera que no esté dentro.
El tesoro de los tesoros es la Sabiduría interior que podremos convertirla en maldad o en bondad, en arte creativo o en destrucción.
Cuando yo observo, analizo, reflexiono, sobre mí mismo y la realidad que me circunda puedo encontrar explicaciones de lo que sucede por la propia inconsciencia de nuestras actuaciones, por no actuar con autenticidad y plenitud, por no ser consecuentes, por no estar en atención plena, por delegar nuestras responsabilidades en otras personas, por creer las mentiras ajenas antes que enfrentarnos a la verdad que yace en uno, porque la verdad duele. Creemos que delegando soslayamos nuestras responsabilidades, que huyendo de lo que subyace en nuestro inconsciente seremos más felices. Creemos que fuera está toda la verdad, que ahí reside el gran maná, sin prestar atención que es dentro de cada cual donde yace la solución, la respuesta. Si quiero paz he de tenerla yo, si quiero soluciones he de buscarlas, si quiero bondad he de propiciarla, si quiero saber por qué me suceden ciertos acontecimientos he de prestar atención a las señales, he de indagar sobre mí mismo para evolucionar, para crecer como persona, para posibilitar -en definitiva- la humanización de nuestros actos. 
Si nos conociéramos más sabríamos poner límites con anterioridad, sabríamos cómo funciona el mecanismo humano en general que está dotado de un patrón cultural y no solamente seríamos más empáticos sino que, además, seríamos personas más sabias ya que, asimismo, sería difícil el engaño. Muchas veces el engaño existe porque permitimos su instalación, porque nos resulta cómodo cohabitar con la mentira (autoengaño), porque somos producto de la mentira y la perpetuamos. Por eso ocurren las cosas que ocurren en su mayoría en una sociedad pantalla como la que vivimos de pura hipocresía, de apariencias, de virtualidad. Preferimos mirar para otro lado casi siempre porque cualquier verdad nos incomoda y es peligrosa para los intereses de quienes propagan lo contrario y viven de ello.
Por eso a mí no me interesan las expediciones a Marte, Júpiter o cualquier otro planeta y saber que se dilapidan tantos millones que podrían salvar la vida de naciones enteras aquí y ahora, en la Tierra, en nuestra casa común. No me interesa saber eso porque las respuestas que el Universo es un Todo en movimiento expansivo ya lo sabía yo probablemente antes de venir a este mundo lo mismo que la ecuación que lo eterno y lo infinito se funden en una sola realidad. No me interesa conocer tanto de la vida ajena sino de la mía misma y de cómo resolverla, de cómo superar patrones heredados, de cómo propiciar cambios favorables, de cómo ser yo mismo. El que me intenten ocultar que existen avistamientos provenientes de otros sistemas en el universo ya es sintomático que hay una verdad oculta, el que ello se convierta en expedientes secretos-ocultos-confidenciales ya es un síntoma claro y preciso que llevo mis razones para seguir admitiendo que antes que nosotros ya hubo en este planeta visitantes que dejaron su huella, y que los constructores de civilizaciones no las levantaron a golpe de látigo ni con medios totalmente rústicos y pobres.
El día que la educación, en cualquiera de sus etapas, considere que es necesaria la aplicación del principio antiguo de conócete a ti mismo entonces ese día creo que es cuando la humanidad habrá dado un gran salto y no cuando llegó a otro planeta o satélite del mismo, porque ese salto es necesario como vacuna contra la ignorancia de la que decía Platón que era la mayor de las demencias.


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