LA CARTA DE LA ILUSIÓN



En algún momento se instituyó que si escribías una carta a los "Reyes Magos" recibirías un regalo. Tenías que pedir para que luego viniera algo aunque no fuera ni por asomo, en muchas ocasiones, lo que tú te habías propuesto. Porque, eso sí, primero te invaden del deseo de tener y luego de la necesidad de pedir para que, posteriormente, sobrevenga el colapso bien por frustración o bien por sobreabundancia.
Es el último día,cuyo gran protagonista suele ser la infancia, de un peregrinar de idolatría del consumo y de la caridad, de ese absurdo espíritu llamado navideño que luego no suele existir el resto del año como un compromiso de vida. Porque, realmente, ante lo que estamos es ante un monumento a la mentira porque ni hubo reyes ni eran magos, quizá astrólogos en cualquier caso y que, en ningún caso, la primitiva comunidad cristiana tuviera la más mínima intención de establecer una liturgia del consumo alrededor de las grandes o pequeñas marcas de juguetes, ropa, calzado, perfumes etc. etc. Y aunque existía el pergamino tampoco creo que el evento litúrgico en cuestión fuera para generar una ilusión engañosa, plagada de chantaje emocional, por la que si no te portas bien hay carbón y si te portas bien hay regalos aunque luego el carbón resulte ser azúcar para machacarte los dientes. Porque no olvidemos que estas fechas, en su conjunto, son una oportunidad para el chantaje emocional aunque, también, para la sorpresa ya sea de un signo u otro.
Cuando va llegando cada año la fecha, o sea noviembre, ya huele uno a publicidad invasiva, a torpedeo emocional, a inquietud en esos hogares que no tienen para pagar un recibo de luz y su frustración es enorme porque no pueden, siquiera, comprar unos calcetines a su hijo. Porque es la ley del mercado ¿no?, la de la injusticia que reparte según quien roba más.
Raro será que alguien se sustraiga a la entrega de regalos en estas fechas. Y yo no estoy en contra de regalar y que me regalen, quizá sí sería más justo llamar a esta fiesta la del regalo sorpresa porque, en realidad, no hay espíritu religioso alguno en estos eventos llenos de caramelos como monumento a la caries, de ropajes, de fanfarrias, tumultos, trasiego de compras y devoluciones, de tipismo que se reproduce como un bucle anual. Porque, total, daría igual vestir a tres personas de tal guisa en carnaval y sería genial además o adelantar el carnaval a enero...
Pero parece que hay un contubernio entre el calendario litúrgico católico (por demás) y los intereses comerciales en el que no hay más motivo que consumir y consumir hasta vomitar.
Quizá, por ello, yo en mi carta de la ilusión, del regalo inesperado, no pido más que aquello que -de momento-es invisible o no se ha materializado, porque mi carta contiene amor, sonrisa, dignidad, esfuerzo de voluntad, autoconfianza que, en definitiva, es la magia personal que hace posible alcanzar los sueños. Eso es lo que pido, realizarme como persona y ayudar a que otros alcancen sus sueños en donde primero es la idea y luego la materia, y aquí no hay padre o madre que se empeñen con una tarjeta de crédito, aquí el empeño es personal sin tarjeta alguna porque el Universo no admite talones bancarios, ni tarjetas virtuales siquiera. Admite la paciencia, la constancia, la humildad, dosis de sabiduría, confianza en la vida, armonía para que los opuestos se complementen.
Quizá algún día algún padre o madre se siente junto a su prole y les diga hubo una vez una gran mentira construida por intereses bastardos y evolucionamos para que hoy pidáis a la vida con ilusión qué queréis, y entonces esos niños dirán yo quiero ser feliz mamá y que la vida me sea próspera sin dañar a nadie, quiero que me regale años de dignidad y de amor, quiero que acabe el sufrimiento. También dirá quiero descubrir quien soy, leer, ser imaginativo y curioso para descubrir cosas... Si lo pensamos bien, si lo observamos a distancia, no necesitamos prácticamente nada más que la imaginación para que la magia se quede en nuestras vidas. Mi carta, ciertamente, es de ilusión y magia alejada del deseo que me ate y cercana a la libertad de seguir soñando...

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