CÁNCER




Cáncer es una palabra maldita, al parecer, en el imaginario colectivo dado que está asociada a dolor y muerte en muchos de los casos. Podría haber elegido otro nombre de enfermedad, otra situación, otra reflexión, pero por qué esta y no otra podrían preguntarse.
Anteayer algunos informativos daban las consabidas estadísticas en las que los seres humanos nos convertimos a la hora de cualquier estudio llamémosle científico. Y en esas estadísticas se decía que uno de cada dos hombres podrían contraer un cáncer o en situación de riesgo para ello, y una de cada tres mujeres. O sea que si nos reunimos en una mesa tomando café dos hombres y tres mujeres podemos mirarnos de reojo para pensar cuál de los presentes estaría afectado por segmento de población. Personalmente yo no voy a mirar de reojo a nadie, no voy a considerarme una estadística ni mucho menos, y no voy a atender a campañas de miedo subrepticio que hacen que cualquier enfermedad pueda tener mayor incidencia aún. 
Cuando alguien adquiere una enfermedad tipo cáncer la primera pregunta es por qué a mí, la segunda inmediata es y ahora qué pero mi reflexión no va en la línea de solidarizarme con ninguna campaña de sensibilización sino de preguntarme por qué. Los científicos investigadores tienen la obligación de decir la verdad y no someterse a la voluntad de quienes le paguen la investigación, guste o no el resultado final de dicha investigación porque, de lo contrario, estarán encubriendo la realidad y propiciando la especulación. 
Cualquier persona inquieta como yo, que se hace preguntas, que analiza y observa la realidad, que reflexiona profundamente sobre el alma humana desde sí misma, puede hacerse las mismas preguntas o, incluso, más completas y puede, además, llegar a mejores conclusiones que yo. Pero, bueno, voy a intentar desglosar algunos elementos.

Las mismas noticias que dan la estadística están, asimismo, dando pautas más o menos preventivas: práctica regular del ejercicio físico, alimentación saludable, hábitos no perniciosos como consumo de tabaco o ingesta inadecuada de alcohol u otras sustancias tóxicas. Pero las noticias hay que leerlas entre líneas e interpretarlas con amplitud si no te dicen la totalidad de lo que debes saber porque da la "casualidad" que rara vez te hablan en la misma noticia del estilo de vida. Hablan de estrés como un factor de riesgo pero no te explican que el estrés puede ser positivo o negativo, no te dicen que lo que comemos, bebemos, el aire que respiramos, la vida acelerada de presión constante, los plásticos donde guardamos los alimentos, los conservantes, etc., son factores de alto riesgo por esa misma forma de vida. Y la alternativa final nadie te la dice a sabiendas que es abandonar este sistema de vida de forma radical. Y el sistema de vida también supone cómo afrontamos las emociones de las que ningún científico parece querer hablar ya que el cerebro es una máquina de procesarlas registrándolas y guardándolas en un lugar del que luego salen para manifestarse en forma de patologías, o de cómo hubo médicos que planteaban alternativa de detección precoz no invasiva pero molesta para el sistema y tuvo que ser proscrito o silenciado. 
A mí no me vale que me digan que haga ejercicio porque lo hago, que coma equilibrado porque lo hago sino cómo es posible que personas que lo previnieron lo adquirieron. Una mutación celular no es cosa de un día ciertamente y puede, incluso, repetir un patrón heredado de los ancestros. Pero yo quiero que nadie se quede con la verdad en un cajón y tengo mis intuiciones que bien podría ser así. Mientras tanto yo seguiré cultivando mi vida interior, me alejaré de personas tóxicas, procuraré no someterme a presión ambiental, indagaré sobre qué causas emocionales causaron tal o cual molestia para que mi organismo vaya sanando, mantendré mi paz interna para liberarme de perturbaciones que pudiesen afectarme aunque desde fuera la dignidad quieran quitármela cercenando mis derechos.
Esta crisis que es una estafa ha provocado muchas muertes por suicidio fruto de la desesperanza, fruto de una política neoliberal del exterminio silencioso del ser humano al que, de otro lado, le aparecen cada vez más enfermedades que son crisis orgánicas, biológicas, adquiridas o heredadas producto de una sociedad cada vez más enferma. Si esta sociedad fuera una sociedad saludable libre de cabrones, libre de miedos, de guerras, de noticias ponzoñosas, de alimentos contaminados, de aguas turbias, de aire con olor a gasolina, nadie podrá negar -excepto esos indeseables ignorantes- que este Planeta viviría mejor. Pero nos quejamos del cáncer como una amenaza constante cuando el cáncer no es la causa real sino la consecuencia que dicen intentan averiguar. Cáncer es una enfermedad que trasciende más allá de la propia enfermedad porque, también, es un reflejo de un cuerpo global enfermo sometido a castigo permanente cuyos mecanismos son múltiples y se nos presentan de diversas formas.
Una sociedad que vive sumida en la infelicidad, en el ambiente químico tóxico que afecta a cada actividad que hacemos, no puede esperar más que al final seamos una estadística en donde yo, como hombre, tengo el 50% de adquirir cáncer. Pues bien, mientras tanto estaré haciendo lo que debo sobre todo cuidándome mucho del daño ajeno sacudiéndome los miedos y la ignorancia...

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