WU WEI



Una de las características principales del taoísmo es el denonimado "wu wei" o principio de no acción que los occidentales solemos confundir con el de no actuar, la pasividad. Sería contrario a la propia ley natural que rige la vida que si todo está en movimiento yo me quede paralizado. No es eso.
Aun siendo difícil de comprender y asimilar este principio te dice, en cuestión, y pocas palabras deja ir. 
Ante un imponderable, una circunstancia imprevista que nos salpica el camino y nos pone una traba si hay algo claro es mantén la calma en la que mente y corazón han de permanecer como un árbol o una roca, en quietud. Y esto no significa más que, desde el punto de vista humano, observa, distánciate, fluye con el ritmo de la circunstancia, no te adentres en la vorágine del problema planteado añadiendo más negatividad. Esta enseñanza, por simple, parece que es rechazada donde solemos mostrar una resistencia inusitada a entender que las cosas pueden retornar a su punto antes del imponderable y ello puede ser cuestión de minutos, horas o días... El tiempo no importa aquí porque, en realidad, el tiempo no existe más que en la división humana ya que es un devenir continuo, eterno.
Si entendiéramos las leyes universales, las de la naturaleza, comprenderíamos aquello de si algo no tiene solución para qué te preocupas y si la tiene para qué te preocupas o, también, esta otra de para qué acongojarse si no añadimos un codo a nuestra estatura que para el cristiano puede encontrarla en Mateo 6, 27. 
Así, pues, hay imponderables, situaciones convulsas que nos vienen de fuera, a las que en lugar de no añadir más fuego (no hacer) hacemos, en las más de las ocasiones, provocar combustiones con nuestras palabras o gestos porque entendemos que debemos quedar por encima, o que la solución va a a llegar forzándola desde nuestra pobre perspectiva mental. Nada más lejos.
El principio del wu-wei nos indica que la existencia fluye como el agua y el viento, nos enseña que cualquier resistencia provoca dolor añadido y que pararse en silencio es de mayor sabiduría que continuar con palabras. Es confiar en que la mejor solución aparecerá más tarde. Es más aún porque podría suceder que ese imponderable que se nos cruza en el camino fuera, en realidad, una oportunidad para dejar partir definitivamente aquello que nos provocaba daño, que nos mantenía dependientes, esclavizados emocionalmente, y he ahí que la vida -cual gran maestra- nos señala que el camino era incorrecto y que variar el rumbo comienza por dejar ir. Pero eso no lo sabes en el momento porque te enfocas en lo inmediato sin ver con perspectiva de totalidad. Tener en cuenta esta visión de totalidad y unidad interna nos lleva a tener un espíritu pacífico, distante para la observación, reflexivo para una acción correcta y nos arma de valor para emprender un nuevo camino lleno de desafíos y retos para nuestra evolución.
No debemos dejar de ir la oportunidad de practicar el wu-wei o dejar ir confiando en que todo vuelve a su ser como las aguas de un río, como el viento que amaina o retorna a su dirección inicial aunque, eso sí, sin dejar de caminar porque no debemos olvidar que el movimiento es permanente aunque no lo parezca. Sin olvidar que todo tiene un orden que vuelve después del caos...

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