EL ESPEJO DE LA VIDA



Quizá alguna vez oyéramos aquello de "tenemos un espejo donde mirarnos" en referencia a alguna situación o persona que sirve de ejemplo o guía como paradigma de lo que debemos o no hacer en cuestión. Pero quizá pocas veces oyéramos que nuestra propia existencia es un espejo (o así debiera ser) para uno mismo y puede que sea porque casi nadie escarmienta en cabeza ajena, casi nadie es capaz de mirarse con objetividad y detectar la viga en su ojo en lugar de la paja en el ajeno. Somos muy críticos con lo ajeno y poco con lo propio y sí, quizá, autocomplacientes aunque, también, menospreciativos de nuestros talentos.
Por eso es de vital importancia saber enfocar nuestra mirada, reconocer a quién vemos en el espejo cuando nos miramos, entender la verdadera imagen del ser proyectado y aceptarla sin paliativos. Eso no se consigue de la noche a la mañana con sesiones de un "coach" y ni siquiera el mejor psicólogo del mundo (si es que lo hay). Eso se consigue con tenacidad (o sea voluntad perseverante), con humildad que lleva a la aceptación de lo real y el espíritu de superación, con sabiduría y gran dosis de paciencia. Si pusiéramos tanto empeño en saber mirarnos en el espejo de nuestra vida dejaríamos de lado muchas de las idioteces que proyectamos, los miedos ocultos y conscientemhaente escondidos, la falta de confianza, la escasa autoestima. Si pusiéramos el mismo empeño en saber mirarnos y actuar en consecuencia como en perder el tiempo con habladurías o malos impulsos, en dilapidar el tiempo acudiendo a lo que es superfluo, entonces ese espejo nos diría otras cosas.
En el devenir de la vida nos encontramos con mucha gente que no sabe mirarse. Es más huye de mirarse porque le da miedo el propio conocimiento y se encierra en el academicismo de lo ajeno. Quiere buscar explicaciones a las cosas constantemente pero no deja que la vida le muestre lo más sencillo que es su propia personalidad a la que prefiere mantener oculta e inexplorada con lo que, entonces, la vida se está perdiendo un buen potencial de valor humano. Y así no es extraño que haya mucha paranoia obsesiva con la figura física y todo lo que la rodea sin caer en el abandono como actitud contraria porque no solemos situarnos en el punto medio. Y tampoco es extraño cuanto acontece de basura intelectual disfrazada de tertulia bien pagada a unos selectos parlantes que apenas aportan nada nuevo a la vida en su conjunto.
La vida es lo que transcurre entre que te levantas y te acuestas con las únicas certezas de eso que has hecho porque el resto se va produciendo. No hay más certeza que abrir y cerrar los ojos que son el ejemplo de la conciencia despierta o dormida como ejemplo de una muerte cotidiana que luego da paso nuevamente a la vida. Somos seres parciales que morimos y vivimos parcialmente, atados a los deseos que algo suceda, atados a lo que sucedió pero poco libres para acometer una experiencia vital que nos haga dar el salto para adentrarnos en el espejo y ver la realidad desde el otro lado. Sería interesante llegar a ello, a vernos desde la posición del espejo porque así igual sí que nos volveríamos más conscientes de quiénes somos y a lo mejor nos preguntaríamos qué hacer para cambiar. O a lo mejor, quién sabe, estamos al otro lado del espejo atrapados en una realidad ilusoria, engañosa, que creemos saber dónde estamos y cómo desenvolvernos... La realidad es una interconexión entre el observador y lo observado y entonces yo me hago tú y tú te haces yo. Y si nos miramos al espejo de la vida y no nos gusta lo que vemos quizá debamos plantearnos las posibles soluciones de o bien cambiar nuestra posición ante el espejo o bien cambiar el espejo de lugar, o ¿puede que ambas cosas? La respuesta está siempre en nuestro interior.

Comentarios

  1. Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte.

    Julio Cortázar

    Pd.

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