EMPATÍA


Al parecer su etimología griega nos indica un significado de persona emocionada, ser emocionado. Esta palabra, tan del gusto de algunos "coach", su significado más profundo y antiguo no es un invento de la psicología moderna ni de los nuevos entrenadores emocionales bajo ese anglicismo antes expuesto para que nos entendamos porque parece que aquí no existe otra forma de comunicación que el lenguaje colonial.
A decir verdad si uno accede a libros de sabiduría antigua va a encontrar cosas muy interesantes y, por tanto, bajo la mirada de culturas o pensamientos diversos. 
La empatía es un bien del ser humano, un punto de luz que tenemos en nuestra naturaleza que nos ayuda a combatir el individualismo, el exceso de ego o egoísmo, la mirada subjetiva y parcial, la desafección, el aislamiento, la misantropía en definitiva. Sí, así es.
Podremos ser más o menos reservados, mantener más o menos un perímetro de seguridad a nuestro alrededor para protegernos a veces de nosotros mismos, de nuestros demonios, más que de los demás, pero ello no es una obviedad para mantener una postura egoísta, subjetiva, donde impera más la razón personal que la situación vista con mirada amplia, con ancho horizonte. Hay un libro muy arcano escrito, al menos, hace unos 2.500 años denominado I Ching, El libro de las mutaciones, fundamentado en el pensamiento taoísta, que es una auténtica joya de sabiduría capaz de la introspección más sutil y profunda que el ser humano haya podido escribir. Una joya del saber porque es una guía para no perdernos en el bosque de la vida. Una pieza clave para el mayor logro que podemos tener como ser humano y es la conquista de nosotros mismos. Ahí es nada la tarea. Y es que para comprender a la gente, para conocer el mundo la piedra angular es el autoconocimiento partiendo de esa máxima simple no hacer a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. ¡Madre mía qué simpleza tan profunda! Eso es la empatía que nos lleva a escuchar bien atendiendo a la otra parte, a equilibrar la razón y la emoción, a ponernos del otro lado de la frontera para derribar muros y no para levantarlos, a tender puentes de entendimiento en lugar de dinamita para destruirlos. La empatía está relacionada con la bondad, la amabilidad, la generosidad, el saber ser y el saber estar, con la tolerancia, la comprensión el perdón.... O sea con los valores más altos que podemos tener como ser humano y que no debemos ceñirlos a pura entelequia académica o intelectual. Hablamos no solo de intelecto sino de corazón que marca un movimiento armónico.
Pero la empatía, al superar el ámbito de la mera inteligencia emocional, nos debe situar en el escenario del cambio de patrón cultural muy arraigado, ese tan de moda del ser totalmente competitivo carente de escrúpulos. Al empatizar esto quedaría superado y obsoleto, tal cual. 
Ahora, bien, el escenario de cambios personales nos tiene que que hacer ver que empatizar no significa andar haciendo el lelo permitiendo que otras personas se aprovechen de tu visión para su beneficio. Si tú empatizas hazlo por nada pero si la interlocutora no responde a los estímulos habrá optado por un camino diferente. Luego seguimos nuestro camino sin juzgar sin subyugarnos porque la vida sigue y es cambio sin perder de vista el horizonte. Podremos tener altibajos de empatía y mostrarnos en ocasiones menos dispuestos a ello pero aceptando que ello es así es una buena fórmula para no dejar de practicar y de poder exigir, por qué no, a los demás que esa empatía nos llegue también... Pero la pregunta es ¿cuánto bien puedo hacer con la empatía?

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