LA VIDA ES UN INSTANTE


La existencia humana es efímera, un instante de luz en un mar cósmico, un destello de vanidad que cree ser el centro absoluto. La existencia humana es pasajera, peregrina, que va y viene, convertida en campo de batalla como escenario vital para unos, convertida en un sendero de nobleza para otros siguiendo una estela de gratitud hacia todo lo bueno que la vida nos da y que poco disfrutamos.
La existencia humana es un instante al igual que la vida en general cuya perpetuidad parece eterna por su constante renovación, por su flujo y reflujo como las mareas, por su luz y sombra como luna, por sus tormentas como cielo cubierto. La eternidad es la verdadera magnitud de un tiempo inexistente cuya realidad es el aquí y ahora. No es pasado ni es futuro. 
El tiempo cronométrico que mide producción, índices de natalidad o mortalidad, que acota estadísticas, que pone fin a un diseño genético como el humano por agotamiento, no es más que una ilusión de nuestros esquemas de pensamiento atados al convencionalismo de lo inmediato y visible, pero no de aquello que no vemos. Entre lo permanente y lo perecedero en nuestra existencia nos separa la materia como realidad tangible pero hay otra realidad, también medible, llamada energía que da origen a la materia y que, a su vez, procede la mutación de ella. El tiempo también es una mutación de lo que quizá entendamos como eterno. Un tiempo que nos ata, condiciona la vida porque queremos acumular, poseer, aun a costa de los demás con su sufrimiento. Entendemos el poder como sometimiento del instante pero se nos escapa que puedes cortar las flores pero no hacer desaparecer la primavera en palabras de Pablo Neruda. Sus libros podrán ser prohibidos, echados a la hoguera, al igual que lo fueron las víctimas de los procesos inquisitoriales en Europa durante siglos, pero la memoria queda. El legado de Copérnico y Galileo quedó por encima de la persecución de la Iglesia Católica. Ganó el sentido real de lo eterno, venció la verdad y esa es la auténtica medida de la existencia. Podremos tapar un árbol pero cuando el Sol sale desvela todo lo oculto. El Sol podría desaparecer como estrella pero habría otras porque si una muere otra nace y ese devenir marca la realidad intemporal que queremos medir en un estuche con marca de reloj. Al final todo es vanidad de vanidades porque creemos ser fuego cuando solo somos humo...

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