OTRO AMANECER




En nuestras vidas se suceden distintos amaneceres. Sí, no me refiero al que nos produce cada día con su avatar. Me refiero al que se produce en el plano vital más profundo, en el de la conciencia y, por tanto, la realización personal.
Cada día es una oportunidad pero no necesariamente un amanecer a una nueva realidad, a un despertar para transitar de la pesadilla al sueño verdadero que te realizará como persona y cumplir con la misión a la que viniste al mundo físico o fenoménico de los sentidos. Tenemos la opción de aprovecharla o desecharla la oportunidad, llegaremos antes o después a su cumplimiento, pero la verdad está ahí siempre dentro de uno y no fuera. Ahí es donde debemos buscar qué, cómo, cuándo hacer para que se armonice el mundo interno y externo. Y cabe decir que la vida nos da oportunidades en plural para que podamos expresar ese potencial, tantas como días de nuestra existencia, tantas como minutos de cada día... Y ese amanecer es bien distinto a los anteriores porque es de compromiso total, de esperanza, de fe ciega en tus posibilidades sin esperar que nadie te de el beneplácito ya que el camino es solitario. Es el alba de un nuevo día en el devenir existencial de una persona en el que atrás habrá quedado la noche más oscura y, para ello, hay que tener conciencia de la llegada de ese día no instalándose en la penumbra de la misma noche bajo una autocompasión camuflada. Las noches podrán ser más o menos largas según la estación pero darán paso al nuevo amanecer. A ese que te dará la bienvenida porque es la puerta de entrada hacia una nueva dimensión espiritual pero tendrás que abandonar muchas cosas y sentirás que te abandonan pero merecerá la pena sabiendo que al final de un desierto encuentras el océano. Obtienes el premio de la tranquilidad de espíritu pero no sin el esfuerzo cotidiano que supone mantenerla, obtienes el premio del reconocimiento a tu trabajo pero no sin el esfuerzo de no buscarlo, obtienes la recompensa emocional pero no sin que dejes de mantener el equilibrio con la razón.
Un nuevo amanecer siempre es inquietante y has tenido que aprender a leer las señales del cielo para saber si habrá lluvia o no y eso solo se aprende en la soledad, en el silencio, en el desprecio si cabe, en la incomprensión, en la negación del más mínimo placer, en la austeridad total... Los frutos vienen en otoño, los brotes en primavera y cada tiempo cumple su misión. La mía será un otoño en primavera y una primavera en otoño porque entre las estaciones no cabe la disputa y sí la consecuencia. Va amaneciendo un nuevo día al que habrá que darle la bienvenida con gratitud, la misma que debe dársele al día que se va con su noche con sensación de eternidad...Pero habrá merecido la pena aguardar para poder luego desplegar las alas de libertad.

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