AVANZAR A CIEGAS



Cuando surge un obstáculo, una controversia, un contratiempo o revés, se nos abren escenarios en los que se pone a prueba nuestra fortaleza interior, la mirada serena, el temple y la esperanza en definitiva para no dar marcha atrás pero tampoco para arremeter a ciegas avanzando sin más. Todo tiene su ritmo, su vibración y, por tanto, sigue una secuencia natural que forzada nos puede llevar a la angustia, a la desazón, al derrumbe. 
La actitud firme acompañada de la reflexión serena, de la concentración y de la inteligencia son elementos consustanciales para el buen desarrollo y superación de cualquier situación. Actitud firme para no volver atrás, concentración para no perder la manija o el rumbo marcado, inteligencia para que la salida se presente buscándola en el lugar correcto.
Esto es una ley de vida, una ley del camino emprendido en el que la soledad será casi siempre la principal aliada porque no olvidemos que cada instante de superación es una muerte que experimentamos donde soltaremos amarras para seguir progresando, evolucionando. El camino fácil no existe y, además, es engañoso. Que nadie se llame a engaño si pretende esquivar los obstáculos mirando para otro lado porque entonces volverá a repetir los errores y las lecciones serán duras. Tomar consciencia de esto es importante porque así sabremos que la soledad es la amiga inseparable en tus decisiones donde la derrota puede estar huérfana de alianzas y la victoria muy apadrinada. Consciencia que ni derrota ni victoria pueden existir a priori a menos que uno se lance a ciegas o a la desesperada buscando una salida sea cual sea la situación. 
Cuánta gente habremos conocido o incluso cuántas hemos experimentado en primera persona esa ansia que nos llevó luego a la desesperanza y a la mayor de las oscuridades personales. Al igual que no podemos acelerar la noche tampoco lo podremos hacer con el día. Todo a su ritmo, como debe ser, en armonía con el tiempo parando cuando se debe actuando de la misma forma porque no siempre es momento de acción inmediata. Y la armonía, a veces, la da un simple paseo, una puesta de sol, un hacer algo diferente, y siempre una meditación o retiro hacia nuestro interior. Respirar profundo, silenciosa y pausadamente es el principio vital como técnica de autocontrol para templar un mal impulso sobre todo cuando a tu alrededor se van derrumbando los falsos naipes con los que pretendías jugar con el destino y en la vida no caben los tahúres... 

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