VER NO ES MIRAR




Dado que estamos sujetos al mundo de los sentidos, al mundo fenoménico y engañoso de imágenes, resultará extraño a mucha gente comprender que se puede ver sin mirar y se puede mirar sin ver. La mayoría, a mi entender, mira pero no ve más allá de lo que tiene delante sin alcanzar a trascender dicha mirada.
Cuando nuestra mirada se vuelve estrecha nuestro corazón también y se torna egoísta porque es incapaz de ponerse en la otra mirada. Ver no es mirar porque supera el alcance físico para llegar a lo más profundo del alma humana no sin dificultades. Mirar no es ver porque es limitante y se ciñe al espacio físico dejando de lado las otras realidades de una persona emocionales, mentales, espirituales. Por eso se dice que no es más ciego el que no ve sino el que no quiere ver. Entonces mi pregunta ¿dónde está la ceguera? Yo diría que en la ignorancia. 
Ver o no ver trascendiendo a la mirada física, realizándola desde la profundidad de nuestro ser, nos hace grandes a la vez que compasivos, nos vuelve humildes pero, ante todo, nos hace conocedores de la naturaleza humana que ni siquiera la psicología podrá llegar a hacer. El conocimiento de uno mismo no es una ciencia académica sino un ejercicio constante de la voluntad consciente para una conciencia evolucionada y ese conocimiento solo es transmisible bajo la propia práctica, la vida, sin teorizaciones. 
Esa mirada penetrante, invisible, es la intuitiva, la sabia, la que palpita con el latir del corazón, la que es capaz de enamorar a alguien sin mediar palabra porque ya la besó antes que dijese nada. Esa mirada podrás rehuirla pero habrá prendido en ti como una llama eterna porque ya no es otra mirada, es tu mirada. La que hace unidad contigo, la que te ve antes de hacer un movimiento, la que sabe por qué, cómo y casi hasta cuándo en términos relativos, la que mira por ti para que tu camino sea más luminoso sin apagar tu propia luz.


Esa mirada, a día de hoy, está por desgracia muy ausente de las relaciones personales y de ahí podríamos inferir muchas actitudes cuyo resultado será el que justamente no queríamos que fuese.
La mirada auténtica es la de corazón limpio porque habla el sentir profundo, porque es todo tu ser quien ve mirando y sintiendo. Es esa mirada en la que "El Principito" decía solo lo esencial es invisible para los ojos porque la verdadera mirada es la que se hace desde el corazón, o si lo prefieres desde mi alma para tu alma (I shin den shin)...

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