CUANDO LA LUZ DE LA RAZÓN SE APAGA
Hay
ocasiones en que la ignorancia se apodera de uno bajo diversos ropajes, siendo de los más significativos la falta de profundidad en la visión de la
realidad dado que, en ocasiones, nos centramos en la forma más que ir al fondo.
La
forma ha de ser la adecuada que acompaña al fondo, a la comprensión de esa
realidad. Si pretendemos usar la comprensión racional, puramente intelectual,
entonces estamos abocados a un conocimiento limitado, pobre o incompleto pero
si nos dejamos llevar por la percepción intuitiva entonces habremos tocado la
tecla adecuada para que sea la música que necesitamos oír. Pero la percepción
intuitiva no se trabaja desde los procesos mentales sino desde el fondo del
corazón, desde la profundidad de nuestro ser donde anida la sabiduría. Y no se logra
tanto desde un proceso consciente buscado, muy estructurado académicamente sino
en conexión con un flujo de energía maravillosa proveniente de nuestro entorno
en la que fuerzas benignas favorecen que ese caudal fluya en lo que, a veces,
llamamos inspiración.
La
musa de la persona no es otra que ese caudal trasladado a cualquier ámbito o
situación creativa en la que nos podemos ver inmersos: en la cocina, dibujando,
escribiendo, componiendo, preparando una clase, entrenando etc.
La
vida es un eterno y constante fluir de energía de la que no nos aprovechamos
simplemente porque en lugar de vivirla la estamos intentando explicar,
comprender o lo que es peor aún impedir. Por duro que suene, nos la impedimos a
nosotros mismos sin darnos cuenta que justamente desoyendo nuestra voz
interior, dejando de lado esa percepción, alejándola por miedo a respuestas, lo
que estamos haciendo es alejándonos cada vez más del poder creativo,
bloqueándolo y adentrándonos en una espiral de suicidio espiritual. Tal cual suena.
Podríamos
crear muchas más ocasiones para solucionar que confundir, para avanzar que
retroceder o estancarnos pero nos puede la soberbia, el orgullo, la arrogancia,
la autocomplacencia. En definitiva nos puede la ignorancia que solo ve lo que
quiere ver sin adentrarse en lo invisible que, claro está, requiere paciencia y
confianza. Pero ese camino está vedado a quienes solamente quieren o pretenden
el conocimiento del intelecto enturbiado por intereses a veces ajenos a veces
propios, manipulado. Cuando nos vamos desprendiendo del ego que se muestra
desconfiado, aturdido, inquieto, orgulloso, entonces nos vamos acercando al
saber en lugar del conocimiento, dado que no es lo mismo conocer y saber. Entre
la gente sencilla hay más sabiduría que en toda una academia que, en realidad,
pueden presumir de ser doctos ignorantes. Y yo, a día de hoy, quiero eliminar
esto último para darle, al menos, la oportunidad a la vida, al poder creativo,
la posibilidad de influir en todo mi ser como un canal de creación. Embotellar
el aire, los ciclos del sol y la luna, poner puertas al campo y vallas al mar
no es más que de verdaderos necios.
Cuando la luz de la razón o intelecto se agota es cuando ,
entonces, aparecerá la del co-razón
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