EL LENGUAJE DEL MISTERIO
Quiera
que el Misterio hoy me haya mostrado el camino de lo que debía escribir ya que
hay días que la niebla interna impide una visión clara aunque sepas de la
necesidad de comunicar “algo”.
El
camino mostrado es tan simple como la vida misma porque es de ella, la Maestra,
de la que debía reflexionar no tanto en su aspecto existencial sino de cómo nos
debemos relacionar con ella siendo la Sabiduría. Y quizá no haya nada mejor que
un buen comienzo por uno mismo cuando se trata de mantener la fidelidad o el
compromiso con la vida pero desde uno dando vida a las ideas, analizando,
reflexionando, siendo prudente y discreto, confiando en las propias fuerzas sin
desmerecer ayuda, manteniendo la serenidad, el orden interno y la paz,
procurando el equilibrio, planificando al detalle pero con el desapego
necesario para no dejarte arrastrar por las circunstancias, sabiendo aguardar
las señales para actuar y dejando, pues, que los acontecimientos sigan su curso
natural, mirando más allá de las apariencias para profundizar en el fondo de
las cuestiones y de las personas, practicando la paciencia, la humildad y una
actitud afable.
La
vida tiene sus recursos, su camino, sus tiempos y ritmos, que desconocemos casi
en su totalidad porque cuando no vamos rezagados queremos ir por delante,
cuando queremos hacer algo generalmente incurrimos en la precipitación
insolente y soberbia creyendo lo que no era. O sea lo contrario de la
prudencia, la humildad y la reflexión.
El
arcano que representa a la Sabiduría es La Sacerdotisa, una mujer, energía Yin
que es lo oculto, pensante, reflexivo, la Madre Tierra que pare el fruto de una
cosecha que en la vida puede tardar en llegar según nuestro calendario pero
que, finalmente, según hayamos sembrado y cuidado responsablemente esa siembra
así llegará. Porque hemos de recordar que no vale con sembrar y luego a esperar
sino que, si seguimos las enseñanzas de la agricultura, hay que regar, limpiar,
labrar la tierra… En realidad, si lo miran adecuadamente, es también el símil
de un embarazo donde, más de lo que debiéramos, descuidamos con actitudes y
hechos tóxicos. La Tierra, la Madre que da vida, ¿no es acaso el Misterio que
se desvela y revela (muestra) con la misma intensidad que permanece oculto? Si
realmente llegáramos a entender esto comprenderíamos qué es lo que estamos
haciendo o dejando de hacer adecuadamente cuya manifestación de las fuerzas
destructivas del cambio climático no es otra cosa más que el reflejo de nuestra
actitud permanente de destrucción hacia la vida, la Tierra cuyo lenguaje aún no
hemos sabido comprender. Y mucho temo que lo que está diciendo es serio sobre
todo por la necedad con la que venimos actuando.
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