¿ENTRAS O SALES?




Sin saber qué escribir ni qué título dar a estas líneas creo que al final me llevarían al mismo punto vivencial y de reflexión. Si hablo de familia, de relación social cualquiera que sea su naturaleza, de compromiso personal, de toma de decisiones, de oportunidades perdidas o pendientes…, me llevaría a determinar que la vida continúa muy a pesar nuestra, muy contra nuestras resistencias y de ahí tengo que aprender que por ello mismo la vida es renovación permanente. Pero esa conciencia de cambio si no la adquirimos entonces nos quedaremos en el mismo punto de hace 4 años, y ya entonces es cuando la cuestión comienza a ser preocupante. Tanto que hay que abandonar esa situación de inmediato porque se está convirtiendo en un gas tóxico que impide respirar la vida avanzando con cada nueva situación. Porque lo que ata impide, lo que se ancla no navega. Lo que se dejó atrás tiene que ser para superar el ayer y construir el mañana desde hoy, pero me parece que ahí no todas las personas estamos dispuestas a mantener ese compromiso existencial.
Por si no lo has pillado esto va de ti y de mí, de nuestras personas. Si ambas queremos el mismo camino será fácil, pero si no es así entonces ya es hora de definir la meta, los objetivos y lo que cada cual quiere realizar por sí y para la humanidad. A mí ya se me agotaron las neuronas creativas de aguardar y quedarme estancado porque el tiempo, en este planeta, es finito para el mortal. O sea para ti y para mí, este tiempo caduca y yo no estoy dispuesto a perderlo en vaivenes que no tienen sentido como si fuera un carricoche fuera de control que al final termina estropeando la distracción y las ferias están llenas de accidentes.
Yo no quiero más de lo mismo, de esas situaciones reiteradas de callejones sin salida que no aparecen en mapa alguno y que cuando lo hacen ya te avisa pero nada, ahí erre que erre dándole al caño del grifo que no echa agua.
El tiempo de las miserias debió pasar, el de mirar atrás para mí ya fue y no estoy dispuesto a desplazar un minuto más de mi vida a volver la mirada para bien o para mal a menos que sea para una reflexión de rectificación, autocrítica pero sin autoflagelación alguna. Para todo lo demás ya hay mucha app, programa informático etc., que te lanzan ideas para que seas “feliz”. Desde luego mi idea pasa por otros cánones o parámetros. O sea que ya está bien de entrar y salir por la misma puerta falsa, esa que te ponen delante para que tú te convenzas a ti misma que es la auténtica pero que, en el fondo, bien sabes que no. Que por esa puerta no pasa ni la cabeza de un alfiler pero a desafiar no nos gana nadie. Y yo desafío acepto los que me lleven a mi meta, los que no los dejo atrás ya sobre todo si hacen daño, si intoxican. Porque esa puerta tiene ese aire de insinuarte que toques, incluso que la aporrees, para que “mágicamente” te deje entrar. Y la puerta te dice entra que no pasa nada, luego te vuelves y tan a gusto lo que te lleva a decir pues venga oye, si no me compromete a nada, si la puerta es tan flexible que se abre fácilmente nada más que yo la invoque, entonces la seguiré atravesando por siempre. Pero no, resulta que un día a la puerta le cambiaron los goznes, la restauraron y le dieron otra programación distinta que bloqueaba cualquier intento de atravesarla sin más. Ya no estaba para el antojo ajeno sino para el bien común y propio, porque no confundamos que antojo y bien no es lo mismo.

Y ahora, ya, no hay otro camino que si quieres atravesarla no será para volverte en un bucle de retornos sino para transitar por nuevos caminos distintos a los que tenías costumbre de pisar. ¿Entras o sales?, es la pregunta que debes hacerte ya que la puerta no puede estar abierta de par en par siempre y el tiempo de cierre está próximo. O sea que cuando hay un cruce de caminos o encrucijada entonces hay que decidir el camino a tomar.

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