UN CAMINO CON CORAZÓN
Ayer,
releyendo el libro El Tao de la física,
me encontré casi al principio con un pensamiento que resume lo que tanto
intento transmitir cuando puedo o me dejan, lo que intento vivir desde hace un
tiempo: un camino que tiene corazón es bueno, si no lo tiene no vale de nada.
Un
pensamiento que hinca sus raíces en la sabiduría más antigua, tanto que podría
perderse en la noche de los tiempos en los que aún no había jerarquía que te
dijese lo contrario, estructuras que te maniataran el saber sustituyéndolo por
un conocimiento burdo y carente de corazón que es, en definitiva, lo que hoy se
transmite en nuestras aulas.
El
camino con corazón late vida, vibra conjuntamente con ella porque forma parte
de la misma, mostrándote la razón por la que estás en este lugar llamado Tierra
y de paso la forma en cómo has de hacerlo. Porque no vale cualquier forma de
hacerlo ya que aquello que hagas deberá ser aquello que palpita en tu ser más
profundo, desde lo más nimio hasta lo más alto o grande. No importa si lo que
haces es colocar un tornillo o dar clases de matemáticas ya que ese camino no
mide tanto lo que haces en sí sino si es lo correcto, lo justo, lo que vibra
con tu interior. Lo contrario genera infelicidad cuya muestra estamos viendo y
padeciendo cotidianamente por seres insatisfechos que se retuercen contra la
misma vida en lugar de corregir el camino errado y superar sus propios miedos a
recorrerlo aun con errores de los cuales nadie se libra.
El
camino te dice comienza a recorrerlo sin preocuparte en la meta, en mirar hacia
delante sin entretener la vista en los arbustos, en mirar a la Luna de noche
sin taparla con tus dedos… El Gran Camino o Gran Tao es el sendero de la vida
que recorremos con plenitud hacia nuestra propia realización, trabajando
nuestra unidad interna, en donde mirar atrás es solamente para reflexionar cómo
mejorar y mirar hacia delante es obligatorio si no quieres perder el horizonte
y desviarte.
Pero
nadie dijo que ese camino –con corazón- fuera fácil ni mucho menos pero sí que
te da la grandeza de un ser que quiere permanecer fiel a sí mismo, a su
compromiso sin que importe si te miran mal o bien, de reojo o anteojo, si
hablan o enmudecen cuando te ven hacer. Porque, en realidad, el camino con
corazón es hacer lo que amas y amar lo que haces en una unidad donde
pensamiento y acción, razón y emoción, se conjugan para que no haya confusión,
división interna que a la postre solo origina conflictos derivados en
enfermedad cuyo aspecto puede ser de cualquier índole. He ahí
que ese camino no vale nada.
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