BON VOYAGE (BUEN VIAJE)

Extrañamente hoy titulo mi entrada en un idioma que no es el mío (es francés) pero tiene un patrón cultural común unido por el Mediterráneo. Pudo haber sido mi segunda lengua (y no otra) de haberla seguido practicando cuando era estudiante, cuando anhelé en su momento marcharme a Canadá siendo muy joven, o a cualquier parte donde si no se hablaba español sí que, al menos, se hablara francés. Entonces no había Erasmus pero sí trabas. Y de haberme podido ir quién sabe cuál sería ahora mi vida. Pero la realidad es la de aquí y ahora, la de hoy inmerso en un proceso de cambios de nuevo ciclo en el que uno, modestamente, pretende construir su propio legado a una edad en la que las cosas no son fáciles, en la que puedes sentir las contrariedades tanto como la benevolencia con mayor capacidad de percepción y, también, mayor control de ti mismo. 
Sabes que estás solo, a veces no comprendido, pero no te importa porque sigues tu viaje de la vida, porque sigues tu sendero apenas sin equipaje y puede que hasta sin saber qué puedes tener al día siguiente. Queremos seguridad en un viaje inseguro, queremos colchones en el desierto y eso no es posible. Pregúntale a un tuareg o a un Yanomami si sabe qué es un colchón y te dirá que no. Pero el deseo de buen viaje es, fundamentalmente, el de hacia el interior de uno mismo donde radican las respuestas, donde se oye el silencio, el desprecio, la ignorancia, pero -también- el amor que la vida puso en tu ser para que la continuaras desde ese amor. O sea que, aun teniendo un carácter difícil, puedes amar y ser amado porque la vida te enseña pero su amor es incondicional. Es el misterio del que renunciamos conforme vamos creciendo creyendo que lo sabemos todo. ¡Pobre de nosotros!, cuando pensamos que sabemos porque entonces estamos construyendo el paraíso de la necedad, el de la ignorancia más absoluta.
Se va un año de ruptura con el pasado, de construcción de presente para futuro, o sea de trazar la línea de tren que me llevará a mi destino final que, igualmente, no será otro que fundirme con el Universo en un abrazo de amor el día que ya deje de ver con los ojos y mi conciencia quede expandida como el polvo en forma de trabajo, de legado. Ese día, al que llamamos muerte, puede que sea el de la vida que continúa bajo otras formas al igual que día no se parece a día, ni año a año. Cada uno trae sus esperanzas y decepciones, cada uno trae lo que corresponda y ahí debemos estar cada cual para afrontarlo con más o menos acierto pero, sin duda alguna, con la alegría de saber que estás aún vivo para ver de amanecer y anochecer, para ver cómo un año de calendario se va cargado de emociones, de retos aceptados y superados pero, quizá, con algo pendiente que al ser intemporal devendrá más allá del día primero que, en realidad, es otro día cualquiera más en el que el Sol no distingue si es más o menos especial. Quizá, por ello, simplemente deba decirle al año que se va "bon voyage" porque ya no vuelve. Ese es pasado y ahora toca mirar hacia adelante donde hemos de poner lo mejor de nosotros mismos si queremos que el viaje sea provechoso. Porque el mejor viaje siempre será el que podamos hacer hacia nuestro interior donde están los mayores tesoros ocultos...

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