CUANDO YO SOY TÚ Y TÚ ERES YO

Yo soy Tú
Tú eres Yo




Una vez que la conciencia femenina ha resurgido (afortunadamente) para reclamar su espacio sería bueno, desde el silencio, que tanto hombres como mujeres reflexionásemos en común sobre cuáles son nuestras energías y cómo integrarlas en nuestras vidas de forma plena y consciente ya que no hay igualdad sin conciencia de UNIDAD
Desde hace unos 13 años se despertó en mí una conciencia de evolución desde la ruptura de patrones antiguos. Esa ruptura se fue materializando en adoptar actitudes diferentes de humanización de mi propia existencia, de integración de las experiencias pero algo muy importante que ocurrió fue el despertar de mi propia energía femenina o Yin hasta el punto que un día alguna mujer me lo hizo saber y eso me enorgulleció porque era indicio de que la naturaleza estaba, también, poniendo las energías en su sitio, estaba espiritualizando mi ser interno haciendo crecer la conciencia de energía femenina en mí mismo, hombre nacido hace 61 años bajo una dictadura fascista y, por tanto, patriarcal en donde la mujer estaba plenamente anulada. Tiempos del rosa y celeste, de muñecas para unas, de camiones para otros, de la segregación escolar por sexos, de la anulación de la ternura en el hombre porque era cosa de mujeres, de maricas. El hombre no podía llorar en público a menos que fuera en un entierro porque esa manifestación de emociones era cosa de mujeres. La mujer era todo un florero golpeado por el macho que llegaba a casa en plan rudo para follar si le apetecía y ella siempre debía estar dispuesta quisiera o no. Violación matrimonial institucionalizada y bendecida por la moral católica nacional, no por los principios del amor del evangelio o del amor compasivo de Buda si quieren.
Pero esto que les cuento no solo ocurrió entonces sino en pleno S. XXI también viene ocurriendo con agresiones, asesinatos, acosos hacia una parte de la vida llamada mujer. En realidad es hacia esa energía opuesta y complementaria que todos llevamos, hombres y mujeres. El hombre lleva energía Yin y la mujer Yang porque lo masculino y lo femenino son manifestaciones de energía que, en el caso que nos ocupa, pueden estar dominadas por un modelo cultural obsoleto, retrógrado, basado en la anulación de una parte hacia otra por el dominio o poder, por la supremacía de género.
Este patrón cultural que afecta al conjunto de la sociedad solo comenzará a erradicarse cuando seamos capaces de romper con roles de género en nuestros menores, cuando seamos capaces de modificar la conciencia y elevarla de plano inferior a superior en el que los sentimientos y pensamientos no tienen color o género, en el que el compromiso no puede tenerlo tampoco. Pero, desde el punto de vista social, el hombre tiene que dar pasos efectivos hacia la integración de su propia energía femenina sin entender que eso le hace débil (¡¡¡) sino mejor persona porque va alcanzando la unidad, la totalidad. Este pensamiento es antiguo porque el patriarcado fue después cuando comenzaron a surgir modelos económicos y culturales de depredación, sumisión, poder, dominio y conquista por la fuerza.
Cuando dejemos de ningunear y aniquilar nuestra otra parte entonces es cuando estaremos hablando de igualdad desde nuestro propio centro vital. Porque es en nuestra vida donde comienza toda revolución o cambio (y dejen de considerar la palabra revolución como algo nefasto). El cambio de conciencia ha de hacerse en una doble vía: la mujer reconociendo e integrando su parte Yang o masculina, el hombre lo propio con su parte Yin o femenina. Todo lo demás serán fuegos de artificio que durarán menos que una fiesta de pueblo y todo pasará a la historia como una anécdota no como un salto cuántico de transformación verdadera.
Reconociendo mis contradicciones y mi propio pasado hice mi propio salto hace 13 años con la satisfacción que da saber que tu oponente complementario te trata de igual a igual, te reconoce como una más en un grupo de mujeres. Puedo dar fe de ello varias veces y durante mucho tiempo en el que mis desayunos eran con varias mujeres y hablaban delante de mí como si yo fuera mujer. No cabe más orgullo. Pero el camino continúa y las generaciones presentes y venideras han de hacer ese trabajo interior en esa doble vía expuesta para que desaparezcan los roles específicos y sectarios para pasar a la unidad de los opuestos. Mientras tenga aliento seguiré empleando mis energías, masculina y femenina, para que ello sea así.

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