GESTIÓN DE LA PÉRDIDA
Ni
que decir que se trata de la pérdida emocional, de la que te puede volver una
persona melancólica patológica, atada a los recuerdos de lo que pudo ser y no
fue, de lo que pasó y quisieras que volviera a suceder. Pérdida de alguien
humano o animal, de un objeto de enorme recuerdo y valor moral…
Gestionar
la pérdida está, hoy, en cualquier manual de autoayuda pero ya la sabiduría
antigua nos lo recordaba cuando nos hablaba de los apegos, de la
autoflagelación, de quedarse pisando barro mientras seca el Sol… Nada nuevo en
miles de años
porque la Tierra sigue girando alrededor del Sol pero aún no nos hemos enterado
que debemos romper amarras, dejar que la nave parta hacia el puerto que le corresponda,
que lo que tenga que ser será y si no es lo que quieres algo mejor vendrá a tu
vida. Cuestión de tiempo y eso se llama aceptación, desapego, paciencia,
confianza, alegría… Sí, por raro que parezca.
La vida no es lo que tú crees que es
sino lo que se va manifestando. La pérdida se llama también duelo o luto y
pobre de quien no sabe digerirla porque entonces albergará conflictos profundos
asociados a patologías algunas manifiestas y otras no tanto.
Podemos mostrar dolores que pueden
cronificarse, eczemas en la piel, caída del cabello, procesos gástricos,
cefaleas, etc., como síntomas externos. Pero otros como una depresión pueden
interiorizarse e, incluso, no dejarlos salir, no mostrarlos por una cuestión
quizá de orgullo de no reconocer la situación. Hay quienes te dicen estoy bien
pero sabes que miente, y puede que, incluso, no sea consciente que está
mintiendo. Entonces cuando haces saber de esa situación de ignorancia las más
de las veces no quieren enfrentarse a la problemática, pero luego puede que te
digan que quieren dejar este mundo y entonces tú le preguntas que si ha
cumplido su misión podría valer pero aún le queda esa tarea pendiente. Así que
sea valiente y se enfrente, de entrada, a decir basta ya de huir, de no querer
reconocer, de esconder o, lo peor, manipular la realidad para que parezca lo
que no es.
Podemos llegar hasta el punto de
manipulación en el que hagamos parecer lo que no es, decir lo contrario de lo
que sentimos y pensamos enfrentando a razón y emoción, desequilibrando nuestra
vida y envolviéndola en una espiral de violencia interna, de conflicto
permanente sin importar cuántas víctimas colaterales puedas dejar a tu
alrededor. Y todo por no querer aceptar o decidir lo mejor a hacer, aquello que
realmente sintoniza con el corazón y, por tanto, con la verdad interna. Pero
esa actitud de suicidio espiritual, de mala o nula gestión de la pérdida, nos
puede arrastrar a situaciones aún peores, al aislamiento, a la misantropía en
general, a la soledad como excusa.
No saber afrontar la necesidad de
cortar un hilo tóxico te vuelve tóxico sin que seas consciente de ello y
entonces la vida te pondrá delante la necesidad de sentir la libertad interna
para que abandones ese camino emprendido, vuelvas la mirada a lo auténtico de
tu esencia, comiences a recordar que cualquier punto de partida en tu propio
desarrollo personal parte desde tu interior y no dependiendo de lo que otra
gente piense que has de hacer porque, igualmente, puede que también sea otra
mentira más para seguir ocultándote y huyendo sin saber bien de qué o de quién,
o sabiendo aun con las consecuencias nefastas de tal actitud.
Gestionar, pues, la pérdida
emocional se antoja importante para recordar que la vida no se para porque tú
te pares, que el Camino espera que lo recorras sin cadenas y aprendas
que gestionar la pérdida es tan importante como la ganancia o éxito, donde en
ambos casos ha de afrontarse con la necesaria diligencia y, sobre todo,
humildad.
Comentarios
Publicar un comentario