UN NUEVO RENACER
Un nuevo
amanecer, en la metáfora de la vida,
suele estar asociado a una esperanza renacida, al alba y nuevos
principios o comienzos, pero todo va a depender de la actitud con que encares
ese día que se construye. Porque cada día es diferente como cada noche, como cada primavera que reaparece...
Es cierto
que cada día es diferente pero solamente nuestra posición ante ese día hará que
sea diferente o más de lo mismo aunque las dificultades te venzan, los
obstáculos te obstruyan y te hagan de caer. Somos creadores, hacedores de
realidades en la medida que aquello que nos puede someter es nuestra falta de
voluntad por intentar transformarnos para que algo cambie.
Cada día
es una oportunidad para seguir en la escuela de la vida, una oportunidad para alcanzar
la meta personal. Pero debemos recordar que no siempre las noches fueron
estrelladas y de clara luz de luna llena, que no siempre fueron de silencio o
de compañía, que no siempre fueron noches de poesía o de comedia porque, a
veces, se encarnaron los más feroces demonios internos que anidan en nuestra
mente. Los demonios de la noche son los miedos, las incertidumbres, los
desprecios, las ignorancias propias y ajenas, que nos asaltan traicioneramente
y desestabilizarnos haciéndonos la noche más larga aún. Una noche que puede
durar, en realidad, años porque recordemos que los tiempos son relativos.
Durante
ese período andarás a oscuras tan solamente con tu propia luz interna que
habrás de alimentar, cuidar y agrandar porque es ella, tu luz, tu propia guía,
la brújula del barco que ves a la deriva o encallado porque, de alguna forma,
crees que es así, que has naufragado porque socialmente hay quienes te pueden
hacer ver que tú puedas ser un náufrago o fracasado. Pero no, cuando el barco
de tu vida lo pones a reparar en lo profundo y dispuesto para una nueva
singladura te convencerás que no fracasó quien intentó cruzar un mar de
dificultades sino quien se quedó en puerto seguro esperando ver de amanecer.
Entretanto tú ya saliste de ese puerto, de esa zona pretendidamente segura, y
viste mundo, aprendiste a navegar hacia lo desconocido con los cuatro vientos
cambiantes y las ocho direcciones, modificaste el rumbo equivocado, reparaste
el daño, supiste alimentarte de lo que la tierra o la mar te daban pero, ante
todo, contemplaste un nuevo amanecer en tu vida que seguramente antes no habías
observado, solitario ciertamente pero lleno de posibilidades porque ya no había
marcha atrás. Comprendiste, finalmente, que para ver de amanecer hay que
atravesar noche oscura y que para naufragar hay que salir de puerto porque
barco anclado seguro que no navega hacia ningún lado.
Comentarios
Publicar un comentario