ESCUELA DE OPORTUNIDADES





Últimamente mantengo un mantra y es "la vida es una escuela de oportunidades". Oportunidad para qué podríamos preguntarnos. Pues bien, dependerá de la elección si es acertada o no, si está en armonía con el tiempo o no y puede que hasta del azar ya que el destino también juega sus dados que, en ocasiones, no coincide con los tuyos lo cual, por otro lado, no quiere decir que te esté hurtando lo que te corresponde sino que igualmente lo que viene a decirte es que aquello que quieres no es el momento, que vendrá pero que has de saber aguardar.
Pero volviendo al mantra la vida como auténtica maestra te hace volver sobre tus pasos para que reflexiones, rectifiques, avances o te pares, para que alinees tu propio proceso y el del Universo que han de sintonizar para que puedas entrar en la senda de la gloria. Y tal que la vida es así, una escuela, hemos de tener la mente abierta al aprendizaje, a la aceptación que es fundamental para poder recibir lo que te ofrece con humildad y total confianza en que tu proceso va por el camino correcto aunque el resultado no sean los inmediatos. La sabiduría la traemos al nacer pero hay que trabajarla durante toda la existencia y eso requiere de, al menos, dos pilares básicos que están en armonía con el tiempo: perseverancia y paciencia.
Entendemos que la única escuela que hay es aquella por donde pasamos para aprender a leer, escribir, efectuar cálculos, distinguir colores, sabores, olores, sonidos, texturas. Eso está muy bien ciertamente pero si el aprendizaje del conocimiento no lo elevamos a la categoría de saber intuitivo dífícilmente avanzaremos en nuestro auténtico desarrollo personal y entonces cometeremos el mismo error no una sino varias veces y es ahí donde la vida, cual maestra, te para, dirige, envía señales, para que actúes o no según las circunstancias, para que medites en silencio, te escuches a ti mismo, contemples y sepas ver más allá de las apariencias porque cuando vemos en el interior podemos estar preparados para lo invisible.
Estamos muy acostumbrados y enseñados en el mundo material, lo tangible, lo pretendidamente científico racionalista que desprecia el impulso vital controlado, el espíritu o hálito de inspiración que salta barreras de espacio y tiempo, que ve lo que puede suceder sintiéndolo en el pálpito del corazón, o en la boca del estómago en el plexo solar. Ese sentir podemos llamarlo percepción de sensaciones que desarrollamos o anulamos según nuestro grado de compromiso con la propia vida y nosotros mismos. Ahora bien no puedo dejar de escapar justamente la oportunidad que la vida es lo que me trae cotidianamente, el instante, el momento, en forma de acción o pensamiento, en forma de sentimiento pero, eso sí, sin que cada cosa que haga, sienta o piense no me esclavicen siquiera a ella misma porque entonces pierde su propia luz. ¡Qué importante es la vida con sus oportunidades!, deberíamos exclamar sin dudar siquiera que ello es así. Cuántos testimonios podremos recabar de gente que supo y quiso salir de las brumas espesas del suicidio espiritual al que se estaban abocando, al abismo al que se asomaban a través de sus dependencias emocionales del signo que fueran. Unas en forma de adicción al alcohol, el tabaco, otras drogas llamadas duras como si las anteriores no lo fueran, a las bebidas azucaradas, a la comida basura, a las relaciones tóxicas, a la vida acelerada e irreflexiva en forma de adrenalina descontrolada, a viejos recuerdos de nostalgia como una especie de síndrome de Diógenes de emociones acumuladas y rancias en el baúl de los recuerdos que te lastran para que tus pies vayan más ligeros. En definitiva cualquier tipo de adicción emocional hace que tu vida sea menos libre, más dependiente por ende de resultados, de los demás y sus propias vidas, del qué dirán, de lo que nunca llega (...) Y, sin embargo, la vida se nos muestra magnánima, generosa, amorosa, que se disfraza de enormes dificultades para que vuelvas la mirada hacia la reflexión, hacia tu interior, para que vigiles tus huellas y sepas qué animal habita en ti. Las señales pueden ser variadas pero seguirlas te llevarán a tu propia liberación interior y a la realización de esos sueños escondidos, no realizados. Pero tienes que tener la voluntad plena, consciente, de esforzarte para salir del boquete en el que te metiste, porque de darte por persona vencida entonces estás bajando los brazos preparándote para la derrota moral, espiritual, que puede generar un karma posterior de peores consecuencias.
Transmitir esta sensación de la vida entiendo que es una obligación de todas las personas que han salido de esa bruma oscura y espesa porque alienta la esperanza, la luz del día que asoma, porque es testimonio que le da fuerza a quien puede oírlo si quiere esa ayuda. No debe valer solamente con salir sino con transmitir qué te empujó a salir porque facilitar el aprendizaje de la vida también es necesario siempre que la otra parte entienda útil tu aportación o la clame que ya se encargará el Universo de mover ficha. Pero esta reflexión podría ser más larga aún por lo que supone pero solo me voy a quedar con que la oportunidad mejor es la de vivir cada día, la de poder sonreír aunque sea a solas, la de no tener un motivo para enfadarte y si lo tienes no entrar en esa dinámica. Si mañana abro los ojos seguiré la luz del día aun con sus nubes y vientos y no me olvidaré que puedo seguir aprendiendo...


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