LA LEYENDA DEL HILO ROJO

«Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper».


Los cuentos. las leyendas, los mitos recreados de la antigüedad, tienen en común -quizá- la capacidad de hacernos reflexionar, de llevarnos al inconsciente conocernos mejor, de instarnos a volver la mirada sobre nuestra naturaleza cuasi divina pero, a la vez, alejada de los más nobles principios y valores. Nos enseñan y nos motivan a seguir (y creíamos haber inventado el coaching, jaja, ¡qué estúpidos!) esas enseñanzas devenidas de una sabiduría lejana, ancestral, anclada en nuestro más profundo estrato como ser humano y, por tanto, ubicada en nuestro interior que es de donde mana el agua de la vida que nos vuelve eternos, de donde parte el principio del hilo que nos une a quienes podamos, queramos o vayamos a compartir destino.
El lenguaje utilizado en las leyendas suele ser alegórico, poético, parapsíquico y cargado de imágenes arquetípicas que a una mente occidental racionalista cartesiana, materialista y poco dada a la poética, le resulta cuanto menos incomprensible y hasta un imposible además de un fallido determinismo.
El hilo rojo es la figura de lo que puede unirnos a dos personas destinadas a encontrarnos en tiempos que andábamos buscándonos sin saberlo conscientemente. Pero de la inconsciente búsqueda a la realidad manifiesta tuvo que darse un antes y un después, un tránsito de voluntad, de querer, de anhelos y deseos puestos en juego. De esa búsqueda como necesidad vital del ser humano de ser amado y amar profundamente emergió, como un monstruo marino, una imponente energía oculta, una energía de complementariedad de opuestos, de Yang y Yin, a la que se le iba dando forma. Entonces esas dos fuerzas de la naturaleza decidieron, en primera instancia libre, vital, hacer de la necesidad virtud, de la virtud vida y de la vida un maravilloso juego de experiencias. 
El hilo rojo del destino solo funciona si no antepones las programaciones mentales a la verdad del corazón sin traicionarla porque, de lo contrario, estamos utilizando la tijera que corta ese hilo. Hay muchas maneras de hacer que el hilo deje de funcionar, deje de unir y una de ellas es irlo aflojando paulatinamente hasta que se suelta. No se cayó solo, por azar. Se soltó porque no se apretó. Es cierto que el destino une, y mucho, pero no es menos cierto que el libre albedrío puede desbaratar esos planes del destino. Una leyenda como la del hilo rojo solamente funciona si uno alinea su corazón con el destino para darle cumplimiento, para armonizarse con él pasando por encima de cualquier obstáculo. Y es en esa capacidad de "alma gemela" donde existe la comunión profunda más allá del espacio físico y del tiempo dando un toque cuántico a la relación, alquímico en el que ambas almas o corazones se funden en una nueva realidad.
Aquello que estaba destinado a llegar llega si uno se empeña en ello, si pone de su parte. Y el primer paso hay que darlo desde muy dentro rompiendo con cualquier tipo de muro propio o ajeno. Entonces allanamos el camino para tensar el hilo y acercar los dedos que permanecerán unidos.
Cuando nos acercamos a leyendas con mucha carga poética debemos hacerlo siempre con la conciencia adecuada que somos, los seres humanos, quienes damos cumplimiento a la leyenda desde un acto de libre voluntad y ahí embellecemos y agrandamos las leyendas, le damos sentido a los cuentos, transformamos la alegoría en práctica cotidiana y viceversa. Ahí le damos un sentido poético a nuestra vida cuando somos capaces de dar y recibir con la misma alegría y humildad, cuando trascendemos al tiempo y su devenir. Y si somos capaces de dar ese sentido poético a nuestra vida entonces, quizá, es cuando estemos comprendiendo su sentido profundo sobrepasando la propia leyenda. Pero no debiéramos olvidar entonces que es ahí donde el hilo se vuelve irrompible... ¿Te atreves? 

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