LA LUZ DE LA INTUICIÓN


La luz de la intuición es la luz de la Sabiduría que yace en cada uno de nosotros. No es la luz de la razón o del intelecto porque la trasciende. Forma parte del misterio que hace de cada ser humano diferente pero en lo esencial igual. Diferente en la forma en cómo podemos manifestar esa sabiduría, igual por su naturaleza o fuente principal.
Cuando aparcamos servir al pensamiento para servir al sentimiento puro, a la verdad interna, entonces estamos siguiendo la luz de la sabiduría que nos hace ver en la oscuridad sin importar que tus ojos físicos no alcancen la mirada porque la auténtica está en la del corazón.
La intuición es el pálpito, es esa fuerza misteriosa que emerge un día de la profundidad y te dice cómo salir del atasco, es el faro que alumbra en superficie para que el barco de tu vida no naufrague y es la luz submarina que se enciende si buceas en las profundidades de tus océanos vitales. Los grandes genios no lo fueron tanto por su poder intelectual racionalista sino por el poder interno intuitivo puesto al servicio de la creación, de la vida, con pasión y amor. Así surgen obras de arte que luego han de acompañarse de la constancia, la firmeza y la paciencia entre otras virtudes. Y así surge, nace el amor entre dos seres cuando se dejan llevar por el corazón y no por la mente estúpida que ciega. Porque es el amor quien los encuentra y no al revés. Ese amor inspirado, lleno de pasión por la vida, de emoción, de alegría por vivirlo y compartirlo, tendrá que cultivarse pacientemente, de forma constante y con firmeza en los principios y valores que lo inspiran, porque es una obra de arte sublimada la de amar. Cuando una relación se banaliza, se trilla, no se le atiende debidamente, está condenada al fracaso por inanición, y convertimos una potencial obra de arte en una relación basura, de desecho simplemente por no seguir inicialmente al corazón y sí a los prejuicios, a los rígidos esquemas mentales.
La intuición supera al mero conocimiento porque la sabiduría ya lo contiene pero no al revés. Tener más conocimiento no nos hace personas más sabias sino, a lo mejor, doctos ignorantes, servidores del racionalismo a decir de Einstein: "La mente intuitiva es un don sagrado y la mente racional es un fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y ha olvidado el don". Y aquí es donde entra la crítica a un modelo de sociedad que prima la docta ignorancia con título de Master y Cátedras por encima del potencial creativo que el ser humano trae consigo en su ADN. Porque el don lo traemos pero hay que trabajarlo y ello implica esfuerzo individual y colectivo, otro modo de vivir y sentir, otro modo de pensar. O quizá otro modo de no pensar para dar paso a sentir. Porque en realidad ¿qué sentido tiene la vida si no se siente? ¡Ninguno!
Cuando descartamos las emociones, cuando no las integramos, cuando abandonamos la pasión verdadera y vamos anulando nuestra energía primordial estamos dando paso a la vida anodina, arrastrada, vivida en un refugio de falsas seguridades pero sin aventura. 
La intuición hay que trabajarla, destaparla y fortalecerla, y puesta en valor nos haría mejores en cada faceta de la vida, incluso a la hora de saber terminar una relación porque al seguir la verdad interna estarías actuando con sinceridad, con honestidad, sin miedos. Los mecanismos para trabajar esa luz no son nada complejos en su formulación teórica pero la palabra fácil no existe en el vocabulario. Y aquí tendremos que acostumbrarnos a dejar de una vez para siempre de lado la expresión qué difícil. Mecanismos como el silencio, el encuentro con nuestro yo interno, la observación, la consciencia lúcida de lo que hacemos podemos practicarlos a través de la meditación como punto principal de partida. Y MEDITAR ES SIMPLEMENTE ESTAR EN SILENCIO. En él encontramos las grandes verdades, las que nos gustan y las que no, nuestros miedos, inseguridades, pero también la seguridad de poder hacerles frente aunque nos tiemblen las piernas. En la quietud de una mente unida al corazón en silencio están todas las respuestas y la luz de la sabiduría nos alumbra en la mayor oscuridad...

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