LUNA ROJA



Más allá de sus leyendas, en cualquier caso no urbanas, y mitos recogidos en diversas tradiciones religiosas de otros tantos diferentes pueblos, está el fenómeno óptico y astronómico producido por el eclipse. Está la poética de la Luna llena, de su ciclo vital de 28 días, de su influencia en la vida cotidiana.
Más allá de cualquier intento de conceder un destino tenebroso a la luna roja o de sangre como se le llama está la capacidad contemplativa que tiene el ser humano para fundirse con las energías cósmicas. La fuerza que nos mueve, mueve a la Luna porque todo está en movimiento aunque no lo parezca. Y esa fuerza, también, es femenina porque sus ciclos regulares son los menstruales de la mujer. No es una casualidad o un azar caprichoso sino un orden natural que en el ciclo biológico femenino esté presente ese patrón numérico, así como tampoco lo es su simbología asociada a la energía Yin según la filosofía del Tao y el principio de la Medicina Tradicional China de donde se inspira.
La luna podrá ser roja o blanca según el eclipse pero está plena, llena. Pero esta Naturaleza de la que somos parte (inconsciente) nos enseña que todo lo lleno mengua y que lo que mengua vuelve a crecer. Y así es la Luna que no siempre está llena y contiene eclipses que en nuestra aplicación como ser humano no es más que esos momentos emocionales confusos, ese oscurecimiento de la luz interna, en donde no brillamos.
Mi reflexión cuando contemplo una Luna llena, roja o blanca, siempre será la misma porque es la que aprendí y me recuerdo cada día. No siempre estamos plenos de luz, no siempre brillamos, no siempre nos mostramos al mundo tal cual somos. Nos oscurecemos, caemos en la languidez, la tristeza, nuestras emociones de remueven. Pero es ahí donde nuestra capacidad de autocontrol y dominio, nuestra inteligencia, ha de salir a relucir. Es ahí donde debemos poner en juego la sabiduría y saber que simplemente lo vacío se llena y lo lleno se vacía, que para llenarnos hemos de estar vacíos antes. Esto significa abiertos, carentes de pretensiones, humildes ante la vida, que no significa otra cosa que armonizados con el ritmo natural de las cosas. La contemplación, la meditación, nos enseñan a estar sin más y que al estar dispuestos a recibir estamos vaciándonos de orgullo, de arrogancia.
Hoy la Luna se nos muestra roja, de sangre, menstrual, de fuego, de rojo pasión y ardor sexual, de vitalidad pero sin olvidar que lo que se muestra es un reflejo y no la esencia. Y es que así somos y nos manifestamos los seres humanos, como reflejos simples de la verdadera Luz...

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