ENCONTRAR LA TOTALIDAD


Puede que en alguna que otra ocasión hayamos oído o leído la expresión "encontrar la totalidad". A simple vista una mente occidental, tan racionalista ella, no llega a comprender del todo a qué se refiere dicha expresión y lo que, en consecuencia, implica.
Nuestra mente occidental se rige por unos patrones culturales anclados, a día de hoy, en la Edad Media de la ignorancia, en la etapa oscura que se está reviviendo de actitudes inquisitoriales y persecución de lo diferente. ¡Qué le vamos a hacer!
Ante circunstancias penosas, desagradables, cargadas de sinrazones, obstáculos, debemos sacar el corazón con alas de libertad que llevamos dentro en respuesta a ello.
Ante circunstancias favorables donde los vientos soplan a nuestro favor para que nuestra nave vaya a buen puerto también debemos dejar que el corazón con alas vuele con la libertad interna que llevamos dentro.

La totalidad es integrar las experiencias vitales en uno mismo, lo que entendemos como positivo y negativo, los retos y desafíos con sus soluciones, los amores y desamores, los enfrentamientos y las concordias, las sonrisas y las lágrimas... Todo ello forma parte de nuestro acervo personal, todo ello integra nuestra experiencia vital desde que amerizamos en el planeta inmersos en el líquido amniótico. 
Crecemos y nos vamos desarrollando biológicamente pero, al parecer, de forma asimétrica a como debiéramos hacerlo como personas ¡en su totalidad! No asimilamos experiencias sobreprotegidos por una errónea forma que los adultos tenemos de conducir a nuestros bebés y no tanto, y eso hace que -entonces- nuestra capacidad de sobreponernos sea tardía.
Conforme vamos creciendo podemos ir rehuyendo de la vida y sus experiencias mirando hacia otro lado y lo que hacemos es construir una tipología de individuo, un carácter, cuyo sostén es el error, la necedad en lugar de la sabiduría, la contumacia orgullosa frente a la humildad del aprendizaje. Creemos saberlo todo cuando apenas asomamos 20 años, o cuando tenemos -incluso- 40 pero no nos damos cuenta que siempre estamos aprendiendo porque estamos al principio. Y es que cuando entendemos que sabemos algo viene la vida y te hace agachar las orejas para que recuerdes qué poco sabes porque, en realidad, si supiéramos de verdad no cometeríamos los mismos errores. Esa es la prueba que no pasamos ni de lejos.

Por tanto encontrar la totalidad en uno supone integrar aprendiendo humildemente, corregir lo que sea necesario, levantarte cuando te caes sin lamerte las heridas dejando que la vida nos impregne de su Sabiduría armonizándonos con ella integrando todas las experiencias vitales en el camino de la evolución humana.
Y eso lo conseguimos observando en silencio, contemplando, reflexionando, meditando en una palabra. Cuando somos capaces de entender la realidad que nos circunda entonces vamos comprendiendo esa totalidad que es la que vivimos no a espaldas de ella sino desde la aceptación. Pero esto no significa bajar los brazos, repito, en una actitud indolente sino desde el combate, el tesón, la fuerza interior.
Hay muchos momentos duros en los que la miseria humana ajena te pone a prueba y es ahí donde debemos responder con todo el material aprendido haciendo posible, incluso, saber leer las señales que te vienen desde el desprecio ajeno cuya sutileza puede ser bastante grande. Pero si la sutileza del mal es grande la que representa su opuesto también lo es y ese es nuestro trabajo.
En la totalidad no solamente trabajamos con los demonios ajenos sino, también y mucho, con los propios porque pueden empujarte a cometer errores de bulto, a no saber leer lo que acontece como señal inequívoca que el lugar, las personas y las circunstancias del momento no son las idóneas para estar ahí. Luego entonces el aprendizaje te llevará a esforzarte en buscar una salida que preserve tu dignidad por encima de todo, que no interrumpa el camino escogido. Te llevará a mantener una fe inquebrantable en ti, en tus principios y valores, en la verdad que anida en tu corazón por encima de los celos, envidias ajenas, de las insidias hipócritas trufadas de verdades rellenas de hipocresía envueltas en "casualidades" que  no existen.
Ese sentido de totalidad es lo que te da perspectiva muy amplia, visión clara y definición en el actuar que, en ocasiones, consiste en practicar el wu-wei o no acción.

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