RAZÓN Y CO-RAZÓN


Ya la sabiduría antigua, de la que poco sabemos y menos entendemos, venía a decir que el corazón pensaba, sentía y decidía. La famosa corazonada a la que aludíamos antaño cuando nos daba el pálpito sobre algo o alguien. Me ha dado un vuelco el corazón hemos expresado también.
La cuestión es que la neurociencia demuestra este hecho en tanto que el corazón está vinculado al cerebro (yo diría como tantos otros órganos) manteniendo su propia estructura con unas 40.000 neuronas, que es un órgano inteligente digamos.
Esto no nos debiera parecer nada extraño sobre todo si, como he expresado, en libros como el I Ching (escrito hace unos 3 mil años) ya podemos leer aquietar el corazón y la mente a través de la meditación cuyo reflejo lo tiene en el signo o hexagrama 52 (La Montaña) en el que se recoge la práctica de lo que, al parecer, es el yoga chino.
Pero más allá de este dato, que daría para varios artículos extensos, está el hecho del equilibrio que debemos mantener entre la razón y el corazón que, haciendo juego de palabra, podría ser como la co-razón. Este equilibrio es porque van íntimamente en unión ambos procesos y sus órganos y si esa unión o unidad se rompe quien paga las consecuencias en forma de enfermedad somos cada uno de nosotros. Ejemplos hay mil pero no será necesario ir tan lejos. La vida cotidiana nos da material, hoy, para saber que estoy en lo cierto. Sentir y pensar en oposición. Si traiciono el sentimiento puro le doy la espalda al fluir de la vida, a la expresión de la emoción. Si no logro poner de acuerdo lo que siento y pienso entro en una dinámica negativa de infelicidad, insatisfacción general que me llevará a mi propia enajenación, a pelearme con la vida. Eso tendrá un coste, antes o después, en la salud integral. Habrá situaciones depresivas, de desesperanza, de falta de confianza, de vivir arrastrándose uno por la vida, todo será un pesar y yo, además, me convierto en víctima de todo lo que pasa. Como sigo perseverando en la división interna en la que no pongo en equilibrio y comunicación a razón y corazón entro en un conflicto, primero, de honestidad con mi ser interno pero, a la postre, voy a somatizar patologías o bien subyacentes o bien creadas desde la propia vorágine negativa que pueden tener un alto coste de impredecible consecuencia. Un infarto cerebral, de miocardio, tensión muscular crónica, problemas de tiroides o del aparato digestivo pueden ser algunas de las señales que nos podría enviar el organismo y no quiere decir que sea de inmediato. El cerebro guarda y procesa toda la información que sale más adelante (puede tardar años) y se conecta con el órgano sobre el que volcamos toda la toxicidad.
No es ninguna majadería o fiebre calenturienta lo que expongo porque quien me conoce sabe que lo que escribo es verdad por comprobación empírica en primera persona. Cuando pierdo el equilibrio lo más leve que me puede pasar es caerme, sufrir un corte cocinando, quemarme pero, también, un grave accidente de tráfico ya que mi atención plena no existe. Mi mente está confusa, mi corazón agitado, mis órganos en general andan sin el temple necesario que les haga recuperar la calma y yo luego me extraño de lo que me pasa cuando voy sin ton ni son por la vida a espaldas de mi propio ser.
Un animal sigue un instinto, el ser humano ni eso porque antepone procesos racionalistas para intentar explicar lo que el corazón ni siquiera entiende ni pretende.
Solamente tendremos que echar un vistazo a nuestra existencia si, efectivamente, es o no cierto cuánto de infeliz por no hacer lo que debíamos, por hacer lo contrario de lo que pensábamos y sentíamos, por pensar una cosa y sentir otra... El ser dividido no puede vivir una vida plena.

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