UNA VIDA ENMASCARADA


Llega un momento en la vida en que debemos elegir entre dejar de fingir lo que no somos o mostrar nuestro verdadero rostro o naturaleza, la autenticidad de quienes somos.
Nos educaron en vivir con máscaras permanentemente: tienes que ser un chico (o una chica) que no muestre emociones, que haga lo que los demás digan o piensen que debe hacer, asumir que nada cambia, que debes casarte para hacerte una persona de bien aunque si con quien te estás acostando no es más que una persona troglodita, carente de sensibilidad. Te cargan de culpas si te sales del molde que otros labraron para ti. Tú no puedes llorar ni reír según sientes sino según sienten otras personas, tú no puedes amar más que a quien le dijiste un día sí equivocadamente y luego te enamoraste de otra persona perdidamente culpándote con la máscara de todos los males del planeta. La máscara de los miedos, de la sociedad hipócrita que cree que todo lo sabe bajo el manto de una doble moral impuesta para controlar las conciencias. Mientras yo puedo hacer lo que quiera someto a los demás con miedos, con la amenaza de la excomunión social de sacarla fuera del círculo familiar o social porque es una pecadora. ¡Malditos fariseos! que solo veis la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Parece que estamos condenados a vivir con máscaras más allá del carnaval. Y llegamos a interiorizar tanto este modo de vida que al final nos creemos esas mentiras porque la máscara no es más que una mentira que encubre la realidad. Y esto se traduce en muchos ejemplos con la constante de decir lo contrario de lo que sentimos, de hacer lo contrario de lo que pensamos. En definitiva de vivir de espaldas a la verdad pura y dura sea cual sea. Si alguien me enamora y yo enamoro a alguien le digo que no me entiende y puede que con eso justifique mi espantada. Para decir te quiero me callo porque no sé decirlo, porque me da miedo el compromiso. Para decir te odio me callo porque está feo odiar aunque sea pasajeramente, pero peor está no actuar y dormir en la misma cama de quien en lugar de hacerte el amor te folla, y en lugar de follarte te viola porque tú no le diste permiso para la fiesta pero había que cumplir. Luego arrastramos la culpa eternamente en lugar de redimirnos amando intensamente, viviendo lo que la vida nos trajo en una segunda o tercera oportunidad.
Una vida enmascarada hace que crezcas infeliz, haciendo sin sentir realmente lo que haces, bajo la enajenación de una vida sin sentido ni sensibilidad. Crecemos en la ignorancia de quienes somos, caemos del lado de una cama por sorteo, nos levantamos a desayunar sin considerar lo nuevo del día y así pasa la vida como dice la canción del grupo Pata Negra

Y pasa la vida, pasa la vida. Pasa la vida y no has notado que has vivido, cuando pasa la vida y no has notado que has vivido, cuando pasa la vida, pasa la vida. Tus ilusiones y tus bellos sueños, todo se olvida tus ilusiones y tus bellos sueños, todo se olvida. Pasa la vida, igual que pasa la corriente cuando el río busca el mar y yo camino indiferente donde me quieran llevar. Y pasa la gloria, pasa la gloria. 
Pasa la gloria, nos ciega la soberbia, pero un día pasa la gloria, nos ciega la soberbia , pero un día pasa la gloria. Y pasa la gloria y ves que de tu obra ya no queda ni la memoria y ves que de tu obra ya no queda ni la memoria. Y pasa la vida igual que pasa la corriente, cuando el río busca el mar y yo camino indiferente, donde me quieran llevar.
 
Pasa la vida, sí, y no has notado que has vivido porque entretanto te dedicaste a matarte trabajar para pagar hipotecas, para cuidar bebés en quienes pusiste expectativas no cubiertas de mayor, porque tu vida se fue por el sumidero de la desidia y la desesperación, luego de la culpa cuando quisiste romper con el molde pero te inventaste que la gente pensaría mal de ti cuando en realidad eras tú quien ponías la máscara para no descubrirte. Te montaste varias vidas a la vez mientras decidías si seguir así por comodidad o realmente quedarte con una pero en plenitud.
Pero toda obra de teatro tiene su final antes o después y con él baja el telón al igual que pasa la vida, y con el telón bajado volvemos al silencio absoluto, a la muerte. Porque de la nada venimos y a la nada volvemos y en medio lo que vivamos si no es para la alegría de nuestro espíritu me pregunto qué mereció la pena entonces.
Una vida sin máscara es comerme esa fresa con nata esperando que suene un timbre y me interrumpa (...) la obra, una vida con máscara es no habérmela comido. Una vida sin máscara es la de tener pasión por vivir, una vida con máscara es disimularla ante los ojos de los demás porque la pasión puede que alguien no la viera bien. Una vida sin máscara fue encontrarme con alguien a quien no conocía y mirarle los ojos para entender que fue el amor quien nos encontró, una vida con máscara hubiera sido no acudir a la cita por miedo, no decir lo que sentía o haber despachado el asunto en un día...
Pero aprendí en mi vida sacudirme casi el miedo al miedo, a mirar hacia delante sin más atadura que mi propia ética. Pero aprendí que al quitarme la máscara buscaría al mar de la vida como el río fluye hacia el océano, que si lo que se fue no retorna ya vendrá entonces otro viento que me haga temblar y para entonces yo estaré preparado para elevarme a los cielos de la sublimación, del éxtasis, porque aprendí a volar con mis propias alas de pasión y emoción, de amor a la vida, a mí y a quien quiera compartir sin máscaras su vida conmigo, mirando más allá de las apariencias, enterrando el pasado porque solo se vive el presente.
Nuestras vidas tienen que ser sin las máscaras del ocultismo en sentimientos, pensamientos, deseos. Yo me estoy preparando para el último viaje de hace tiempo y, quizá por ello, esté dispuesto a dejar de caer la máscara antes que finalice la obra porque yo no quiero discurrir indiferente a donde me quieran llevar. Elijo dónde ir y con quién ir, sin máscaras obviamente. Esto creo que sí lo entiendo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA VIDA ES UN TANGO

FOLLAR MÁS, JODER MENOS

CUANDO ALGO MUERE ALGO NACE