EL LIBRO DE NUESTRAS VIDAS





A la semejanza de un libro antes de escribirlo, el de nuestra vida, se encuentra con las hojas en blanco cuando venimos a encontrarnos con él para ir apuntando las primeras notas.
Cuando nacemos por lo visto ese libro lo van escribiendo nuestros mayores, en algunas ocasiones con más sombras que luces, y nosotros vamos participando casi de espectadores pasivos heredando, eso sí, esas hojas escritas en forma de patrón cultural que nos marcarán el camino de nuestra propia evolución.
En ese libro se irán escribiendo páginas de miedos, temores, dudas, de emociones reprimidas aunque, también, de alegrías, gozo, júbilo, descubrimientos.
A partir de una cierta edad debiéramos de tomar conciencia de cómo crecer más y mejor como personas, de cómo sintonizarnos con la vida y vibrar con ella de la forma más armoniosa posible tocando y bailando la melodía que nos dicta. Pero pasa la edad de adolescente, de joven y casi de adulto sin que hayamos aprendido los mecanismos más elementales, incluso, de cómo ir escribiendo nuestro libro de la vida, el que nos corresponde, acorde con lo que vinimos a hacer al mundo, con la misión personal que no llegamos a descubrir. Entonces es cuando aparecen las crisis personales de los 25, 35, 45, 55..., como una suerte de patrón numérico en el que a partir de esas edades se van destapando los ciclos correspondientes al 2, 3, 4, 5..., hasta que aprendamos lecciones vividas que volvemos a rememorar, hasta que nos hayamos liberado de piedras en la mochila existencial, hasta que acabemos aunando razón y corazón y hagamos lo que sintonice con nuestra verdad interna más profunda. Si somos capaces de dar ese salto habremos dejado de hacer tanto borrón en las hojas del libro.
Cada día que ha ido pasando sin construir nuestro libro o, incluso, intentando arrancarle hojas, hemos ido desperdiciando -quizá- la oportunidad de convertirnos simplemente en mejores personas, en ser más felices con lo simple, en dejar de traicionarnos dando la espalda a esa vibración que sintoniza con la vida.
Y, entonces, llega un día que comienzas a preguntarte que para qué viniste al mundo, que qué hiciste hasta ahora además de peinarte, comer, ducharte o consumir como una persona posesa, y he ahí que entonces ese cuestionamiento servirá para modificar el rumbo tomado tiempo atrás, rectificando, corrigiendo, tomando pausa y reiniciando el camino. Pero esto, hemos de saberlo, provoca dolor por resistencia, incluso, en nuestro entorno.
La gente llegará a no entender el cambio que se instaló en la vida, te irán dando de lado, caerás en el foso más lúgubre y penoso lleno nada más que de soledad y ausencias en el que un león no se atrevería a entrar a comerte como si fueras un cristiano en Roma. El cambio en el libro de la vida hará posible la aparición de la noche oscura del alma en el que todo lo que tú creías seguro, crecido, construido, ha sido derrumbado por un seísmo de proporciones épicas. Comienzas de nuevo, incluso, aún más solo que cuando atrás iniciaste la andadura con la pregunta "inocente" de qué hacer.
La vida, a través de la Sabiduría, te acogió, mostró el camino y te increpó si aceptabas los desafíos y retos a superar. Ni más ni menos que tus miedos, dudas, vacilaciones, luchas de traición con tu ser interno, se pusieron sobre el tapete para aceptar o no el dar el salto al vacío. Y si dijiste que sí ya entrabas en la dinámica del cambio consciente y de un aprendizaje acelerado para desarrollar todo el potencial interno acumulado y reprimido.
Puede que en algún momento te arrepintieras de haber tomado esa decisión, de romper con los viejos moldes en el que sabes que un vino nuevo no puede entrar en odre viejo, de eliminar lo viejo y caduco para dar paso a lo nuevo. Entonces nadie te explicó que eso se llama CRISIS que es justo lo que sucede en ese tránsito de la sombra a la luz que emerge y que puede durar años. De ahí la responsabilidad que tenemos los adultos en introducir en la vida a nuestros menores de una forma consciente y alejada de la absurda y demoledora sobreprotección con la excusa ya tendrán tiempo de aprender. Es justo lo contrario.
Y nuestro libro tiene tantas páginas como días, tantos capítulos como años. Pero lo importante es saber si, realmente, ese libro refleja ya una vida plena, auténtica o, al contrario, sigue siendo una farsa como si de una puesta en escena se tratase donde todo es pura apariencia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA VIDA ES UN TANGO

CUANDO ALGO MUERE ALGO NACE

FOLLAR MÁS, JODER MENOS