EL OTRO CAMINO




Al ver la luz de la vida traemos un camino que recorrer, una misión personal que cumplir. Nuestra tarea debiera ser, desde el inicio, descubrir ese camino y misión para cumplirla sin más. Pero ese plan no entra en los cálculos humanos tan preocupados de la competitividad, tan obsesionados por los títulos inservibles, tan volcados en tener en lugar de ser y tan preocupados de la apariencia en lugar de la esencia. Ese plan de realización personal, de felicidad, no está en ninguna materia curricular desde que pisas una escuela infantil hasta que sales de la Universidad (si es que vas). No hay un diseño de estudio ni compromiso social para que tú seas feliz como obligación y derecho a la vez. Como persona con ciudadanía tienes el derecho inalienable a ser feliz pero, a la par e inequívocamente, la obligación de ser para lo cual tendrías que dedicarte en cuerpo y alma a hacer y ejercer tu verdadera vocación, a desarrollar tus habilidades auténticas, innatas, para ponerlas al servicio de la comunidad en perfecta asociación con esa sociedad que te provee del medio necesario, básico, para que lo seas.
Este sería el camino natural al que alguien llamará utópico por lo de irrealizable según la acepción sistémica pero que, en realidad, significaría el no-lugar o lugar que aún no existe. Y ahora voy a lanzar la pregunta ¿acaso Tomás Moro quiso inventar la palabra utopía para decir lo no realizable? ¡Jamás! El lugar que no existe, el no-lugar o utopía (unión de dos vocablos griegos), está en el imaginario colectivo para construirlo justamente porque el ser humano es creador, hacedor, y aquello que no está puede ponerlo en pié, aquello que no existe puede darle forma. ¿No es acaso entonces la invención de los vehículos una creación utópica entonces partiendo de lo que no existía para llegar a lo que conocemos? Lea bien y reflexione sobre su historia personal, sobre la de su amiga o amigo, vecino o vecina, algún familiar, alguien sobre quien leyó alguna vez... Siguió un camino que no existía, lo abrió inventando, construyendo, explorando. Siguió su visión oponiéndose a la convención social que le increpaba para que fuera por el camino que todo el mundo conocía porque, de lo contrario, sería una persona denostada, vilipendiada en ocasiones, denigrada en otras, arrinconada u olvidada hasta que después de su muerte alguien rescata del recuerdo a esa persona y su obra y la encumbra en el pensamiento colectivo. Eso será justicia pero quizá tardía. Un claro ejemplo fue Van Gogh con su pintura que murió arruinado a pesar de la ayuda de Gauguin o de su hermano Theo. Pero fue su cuñada, la mujer de Theo, quien al quedarse viuda muy joven y poseer unos lienzos y cartas de Vincent los organizó y dió a conocer en exposiciones que hizo recuperar a Vincent Van Gogh del olvido de los muertos para que tocara con el devenir de la historia el olimpo de los dioses de la pintura a todos los niveles y ella vivir con solvencia. 
Este hilo viene por el camino seguido por el inestable Vincent Van Gogh a quien su hermano protegió toda la vida. Un camino de verdad interna, de una visión del arte pictórico diferente revolucionando la técnica habida hasta el momento. Su corazón, su alma, le pedía ver y hacer lo que veía, sentir esa pintura aunque no la vendiera o de hacerlo con escaso éxito. Es durísimo seguir ese camino de renuncia al dictado de los demás incluso de otros pintores ya con cierto renombre, pero el pintor hoy sacralizado y antaño arrinconado mantuvo su persona por el sendero que él entendió correcto. Siguió ese camino pero en vida no vio el fruto que nació al morir a los pocos meses su hermano...
Esta reflexión me lleva a pensar sobre qué hacemos en vida para cumplir esa misión, qué camino es el que seguimos. Generalmente apostamos por el de la seguridad, el que te da hipotecas, plazos para vehículo nuevo, una compañía para la cama que aunque no quieras pero follas con ella, una descendencia a la que igual le importas si tienen bienes que heredar y... Bueno, quizá es más largo de contar y lo dejamos para otro momento.
Ese otro camino, el que puede hacerte feliz, es el de la renuncia, la paciencia, el largo plazo, la cocina a fuego lento, la luz brillante pero lejana, el que hace buena la frase que los éxitos tienen padrinos y las derrotas son huérfanas. O sea es un camino de soledad a veces insultante, pero ahí estará entonces tu capacidad de decisión, de ejercer el libre albedrío, sabiendo que si te sales del camino tendrá tantas consecuencias como si permaneces en él. La diferencia estriba en saber con qué consecuencias te quedas porque, a buen seguro, no resultará fácil ninguno de los dos. Bueno quizá el menos difícil pudiera ser justo el del acomodo si tienes buenas tragaderas.
Existe, pues, un camino diferente al que realizas o realizaste hasta hoy en tu vida pero, al menos, debieras tomar conciencia que existe la alternativa para saber a qué has renunciado o sigues renunciando y cargar con ello en justicia, no tanto por acumular piedras en la mochila sino por ser consecuente simplemente. Que es difícil ya me lo sé así que úsame luego otra expresión que no conozca y si en verdad lo sientes dime, entonces, debiera tener yo para renunciar a mi camino de felicidad, de realización personal...

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