MÚSICA EN EL ALMA






La partitura de la vida nos hace emitir, en ocasiones, notas chirriantes, discordantes, porque son malas vibraciones nacidas de los miedos, inseguridades, temores, el odio, la visceralidad irracional y también de exceso de racionalidad.
Una vida que no es capaz de emitir paz, serenidad, equilibrio, sentido de lo justo, solidaridad, igualdad, empatía, aunque sea a ratos porque no somos totalmente perfectos, no es capaz de emitir una nota de amor. Sí de ese mismo que yo me empeño en defender porque es defender la alegría cual poema del gran Mario Benedetti

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres 

defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.


Defender la alegría como un destino dice un verso. Como un destino irrefutable de obligación porque la alegría, aunque sea a ratos, es igual que la perfección a ratos. Nos da vida, nos provee oxígeno al alma, nos renueva. Pero alegría espontánea nacida de los rincones del alma porque la música de nuestra vida con su partitura de experiencias nace ahí, en los sustratos profundos de nuestro ser maravilloso que aunque lo inunde la tristeza a ratos, o la autocompasión, también es capaz de dejarse elevar por el optimismo y la sonrisa, de emocionarse con una ligera brisa de mar o un pequeño gato jugueteando con otro congénere. La expresión vital tiene esas mil caras y otras tantas piezas por componer. Solo queda que cada cual sepamos emitir adecuadamente el verso musicado aunque el verso sea inacabado...

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