LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON







Hoy, quizá, más que nunca, me he atrevido a pensar o sentir eso de la vida es sueño y los sueños sueños son siguiéndole la pista al autor Barroco Calderón de la Barca. Pero en esa pista me he encontrado con mi paisana Mari que pone voz con sentido, como siempre, a esa tradición de cantar contando y contar cantando aquello de Calderón que los sueños son pura ilusión.
Pero que sean pura ilusión no significa más que creer en nuestro ser interno, en nuestra capacidad. Al parecer la clave de la que solemos olvidarnos es que solo debemos creer en nosotros(o nosotras según tercie) más allá de lo que nos enseñaron de posible e imposible, sorteando barreras con inteligencia lanzándonos a la vida. Es cierto que  no siempre lo que uno siente y desea se cumple sobre todo cuando se desea porque los tiempos de aquí no son los tiempos cósmicos de la vida que trascienden hojas del calendario. Quizá, por ello, solemos llegar tarde o anticiparnos y lo mismo, por esa razón, los sueños a veces no se cumplen por no seguir el curso natural del río de la vida. Pero eso no significa que el sueño deje de ser sueño e ilusión porque la ilusión es la esperanza como horizonte, la confianza o fe como motor o fuerza cotidiana.
Aquello que siento y deseo me puede suceder a mí, pero -en realidad- no es que pueda sino que debe suceder para que la realidad y el sueño se fundan en un profundo abrazo de amor que trascienda el aquí y ahora, que sobrepase el límite de espacio y tiempo y rompa con el futuro que es el que se construye hoy. Mañana quién sabe dónde estaré me pregunto cada día con la certeza que al acostarme he vivido un día que no sé si volveré a ver o cuando me levanto también preguntarme si veré el ocaso del Sol que alumbró por levante un nuevo fulgor, una nueva esperanza.

Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
 (Calderón de la Barca)
La vida es el sueño de ejercer la libertad, de ser feliz porque esa -quizá- sea la mayor ilusión, la de ser feliz pero sin perseguir sombras sino conquistando trozos de libertad, aprendiendo que el soñar solo es hasta el despertar que puede tener su lectura mística en la toma de conciencia, en el proceso de iluminación de un camino cargado de errores pero, también, de aciertos. Un camino del que desviarse puede suponer que el sueño se convierta en pesadilla, del que de no construirlo adecuadamente las noches se conviertan en eternas oscuridades del alma hasta que la vida te rescate de la prisión en la que te sumiste. Pero lejos de increparle, de despotricar contra la vida, hay que decirle que gracias por enseñarte que cuando algo pierdes algo ganas, algo muere y algo nace, que la Luna llena ilumina tus noches oscuras, que el Sol brilla aún en días de eclipse cuando no  lo veas, que las aguas  no siempre son mansas y debe saberse aguardar que bajen las mareas y calmen los vientos de tempestad, porque los vientos igual que nos golpearon de cara nos podrá venir a empujar para que podamos remar a mayor velocidad pero hemos de estar con atención a esos cambios que pueden llevarnos a horizontes antes no desvelados y descifrar mensajes ocultos y que el destino nos preguntar qué queremos ser de mayores y, entonces, debiéramos contestar yo quiero ser feliz más allá de lo que tenga o no, de lo que piensen de mí porque la felicidad esa no depende más de si buscamos dentro de nosotros y nos descubrimos como un tesoro propio surgido de las profundidades del alma cargada de sueños que están por venir pero, sobre todo, por cumplirse. Mi promesa para mí mismo es no dejar que mis sueños se empañen, no cejar el empeño, corregir el rumbo a la felicidad dejando atrás lo que daña y prescindiendo lo que está caduco o muerto porque, de lo contrario, los sueños sueños no serán...

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