SOY LO QUE SIENTO


En la infinitud de lo que veo debiera saber mirar más allá de las apariencias y comprender quién soy, qué soy. 
Probablemente, y llegado un momento de la vida, sabemos quién no somos pero no es suficiente centrarnos en lo que no somos o queremos sino en lo que somos y queremos porque se trata de sentirlo, vivenciarlo cotidianamente.
Esto nos lleva a experimentar en nuestro quehacer diario que cuanto decimos o hacemos estará influenciado por esa visión de nuestro ser interno con nuestros anhelos, esperanzas, sueños, deseos, ilusiones pero, a la par, con nuestra mochila que, por cierto, debemos llevar ligera para el último viaje. Pero es en la quietud (que no inmovilismo) de un silencio inconmesurable, inquietante a veces, en donde podremos encontrar la paz y la luz de la visión de quién somos en realidad y de ahí qué debo hacer para manifestar esa naturaleza. Sacudirnos el qué dirán o pensarán para dar el paso hacia la manifestación de esa luz interior que solemos ocultar quizá porque no acabamos de creer en ella.
Es en la soledad de nuestro interior donde oimos la voz del alma que nos llama a ser y hacer lo que somos, quizá acompañada de azoramiento, extrañamiento, algo de ansiedad... Pero es que, en realidad, nuestra naturaleza siendo unitaria se manifiesta unas veces Yang otras Yin sin que por ello seamos mejores en un caso o peores en otro. Tendremos que asumir luz y oscuridad, certeza y dudas, para saber que una sin la otra puede que no existan si bien debemos imponer la primera sobre la segunda si pretendemos que nuestro camino sea recto de corazón aunque no rectílineo en su proyección.
Soy lo que siento cuando lo manifiesto, o sea cuando vibro con ello y me estremezco. Cuando esto acontece me provee de una parcela de felicidad intensa que me dice que ese es el camino si paralelamente eso ayuda a quienes te acompañan en el camino aunque no lo vean.

Silencio, quietud, contemplación, reflexión, concentración, distancia, serenidad, calma, paciencia, son vocablos o ideas-fuerza que resumen cuál debe ser el camino y actitud para acumular fuerzas, eliminar lo que no sirve, destapar la luz oculta. Son la práctica necesaria a través de una actitud meditativa a la que no estamos acostumbrados porque nadie nos dijo que eso debía ser así.
El día no debe comenzar nunca con trajín, bajo los impulsos ciegos e irreflexivos, bajo la dinámica del estrés porque esa no es la naturaleza real de las cosas, de la vida. Los movimientos deben ser lentos, contemplativos, silenciosos cuando nos levantamos lo cual no quita para que podamos, incluso, tener tiempo para el encuentro amoroso tan necesario en tiempos de desamor y ello nos dará un plus de alegría. Todo es compatible menos arremeter contra nuestro ser interno yendo en contra de lo que siente por el simple hecho de no atrevernos o no saber porque nuestra ceguera interior nos lo impide. 
Siempre me dicen que es difícil lo que planteo pero entonces yo me pregunto entonces si lo que esperamos es que desde afuera nos indiquen quiénes somos en lugar de descubrirlo, que nos los resuelvan directamente sin pasar por el trabajo que ello conlleva. Sí, trabajo interior y mucho además. No podemos pretender el milagro si no lo invocamos, no podemos llegar al final de la escalera si no subimos los peldaños, no podemos llegar a puerto si no zarpamos previamente.
Siento lo que soy cuando los pensamientos y las palabras las convierto en notas de una partitura de la vida en el que habrá silencio y movimiento...

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