NO DA IGUAL NI DA LO MISMO









En el discurrir de la vida las personas debemos tomar posiciones ante determinados acontecimientos o circunstancias en las que nuestro concurso (pequeño o grande) es necesario o quizá imperante. Y debemos saber de qué lado estamos porque ni da igual ni es lo mismo estar a un lado de la orilla o del otro. No es lo mismo tener una conciencia de cuidado del planeta que no tenerla, no es igual ensuciar que limpiar, conservar que restituir, prevenir que curar. Debemos saber, por tanto, conceptuar de forma precisa las cuestiones para no perdernos pero tampoco para engañarnos que es lo que solemos hacer.
Cuando la vida nos está reclamando responsabilidad por nuestros actos no podemos soslayarla dejando a un lado lo que debemos aportar con nuestro esfuerzo (pequeño o grande) porque el desdén no es más que una falta de respeto hacia ese proceso vital, hacia ti como persona, hacia la sociedad como colectividad. Decir que la cosa no va conmigo cuando hay situaciones de riesgo real es posibilitar por pasiva que ello ocurra con el agravante añadido de la ignorancia que conlleva luego no querer saber de las consecuencias por la negligencia en la inacción.
Si ves a alguien atropellado y no le socorres te conviertes en parte del problema que esa persona tiene y no en parte de haberlo solucionado con tu atención. Si el planeta va muriendo y sigues tirando toallitas al retrete, por ejemplo, estás añadiendo problemas no soluciones. Si ante una crisis política tú te vuelves y das la espalda estás colaborando a que esa crisis se ahonde más con resultados no deseados como, por ejemplo, que retornen los fantasmas del pasado de la extrema derecha en un país que fue castigado con una guerra por ello. Pero si a ti te da igual entonces perdiste la memoria y de ahí vas a la indiferencia. Porque no es igual ni da lo mismo saber si tu concurso es necesario y afrontarlo que no hacerlo, si mojarte los pies para cruzar el río que no hacerlo, si optar por decisiones que favorecen a los poderosos que a los humildes, si estás del lado del diálogo o del conflicto.
Hacer como el avestruz responsabilizando a los demás de lo que no hacen o hacen mal sin siquiera hacer autocrítica personal sobre la implicación directa o indirecta es la posición de quien se encierra en su atalaya, en su zona de confort esperando que otras personas le resuelva el problema sin mover un solo esfuerzo para el bien común.
No tendría que recordarlo pero cuando nos encogemos de hombros ante una situación colectiva estoy poniendo las bases para que los problemas persistan, soy una persona cooperadora necesaria en el mal. No entender esto es no tener conciencia social y no tenerla es lo que nos hace estar sujetos a las manipulaciones ajenas de quienes ostentan ese poder de manipulación. Vivimos en una sociedad de bulos, de mentiras programadas para intoxicar, que nos tragamos como si fuera la pócima de la verdad. Solamente hay que echar un vistazo a determinadas redes sociales y sus discursos homófobos, racistas, xenófobos, clasistas, machistas para acabar identificándonos con esos discursos. Si no vivimos como pensamos y sentimos realmente acabamos pensando y sintiendo como vivimos simplemente por la inercia de la negligencia, de la dejadez, de la desidia. Fueron a por los demás pero como era a por mí yo me volvía para no ver, ni oír, ni comentar. Pero cuando vinieron a por mí entonces ya era tarde porque no tenía a quien recurrir...
Si esto no lo entendemos es que vamos caminando por la arrogancia de una supuesta seguridad que no nos pasará a nosotros lo que pueda pasar a otros. Pero lo que más jode es cuando alguien habiendo sido víctima se convierte en verdugo o en inquisidora de los procesos de ruptura y transformación olvidando quizá que los logros colectivos se consiguen colectivamente, que todas nuestras acciones u omisiones tienen repercusión. Es por una pura ley del movimiento en la que toda acción tiene su reacción, y esa acción puede ser también omisiva, pasiva, y aquello que entendemos no va con nosotros se volverá en nuestra contra. Y entonces será tarde para quejarse sobre todo cuando nos equivocamos con el centro de nuestra furibundia, cuando perdemos el horizonte de en qué lado debo estar. Yo sé cuál es mi lugar y posición en el tablero con la clara idea que para ser feliz no puedo procurar la infelicidad de los demás.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA VIDA ES UN TANGO

FOLLAR MÁS, JODER MENOS

CUANDO ALGO MUERE ALGO NACE