FOLLAR MÁS, JODER MENOS





Tal como suena habrá oídos y ojos a los que el término follar pudiera parecerle soez, de poca delicadeza, barriobajero pero -sin embargo- no le resulta tanto con joder, sobre todo cuando se trata de fastidiar a tu prójimo o cercano, en lugar de satisfacerlo y darse una alegría.
Expresado lo anterior ya se puede intuir el centro de este pensamiento. En las relaciones sociales entre personas es muy raro, a día de hoy en según con quiénes, que se hable abiertamente de la propia sexualidad por cuestiones puramente culturales, de limitaciones y barreras pero, repito, no nos cortamos cuando expresamos la palabra joder. Esto me jode, voy a joderlo o joderla, vaya jodienda cuando joder, al parecer, hinca su raíz en el latin cuyo significado sería COPULAR. O sea que a copular (o penetrar vamos) le llamo fastidiar para distinguirlo de follar cuyo término no suelo mencionar por tabú. ¿Resultado?, un manto de silencio alrededor del sexo que queda en un ámbito tan privado que ni siquiera se practica en plenitud. ¡Menuda historia tenemos a cuestas! cuando, además, para no pronunciar joder el pensamiento recatado y pijo comenzó a pronunciar jolín que queda como más cuqui la expresión, con lo bien que queda de la otra forma.
Si digo entonces que el lenguaje que usamos no es ni más ni menos que la expresión de un pensamiento, de una ideología o un patrón cultural no estaría muy lejano de la verdad. Pero quiero ir más allá, un simple paso, de por qué además expreso follar y no hacer el amor y es porque aquí no se trata, en este artículo, de poner sentimientos cuando te comes un coño (o cunninlingus) o te realizan una mamada (o felación) y estás con una pareja de esas que te persiguen para toda la vida aunque luego sea mentira sino de liberar una energía e intercambiarla con otra persona en ese momento, o con más en el mismo momento si, por ejemplo, te montas un trío. Morbo asegurado.
Hay mucho nudo por desatar en este entramado de telaraña que es el patriarcado, una madeja muy enredada que a simple vista parece que ni siquiera queremos percibir pero que nos envuelve en cada cosa que hacemos, decimos o sentimos. Si una mujer es lanzada se le llama guarra o casquivana, si es el hombre pues ya tal que es propio de su condición de salido. Si cuando eres un "salido" y tienes más de 60 años no tienes derecho a serlo y te llaman viejo verde porque aquí, mire usted, solo tiene derecho a expresar su sexualidad la gente de cierto segmento de edad. Los demás a jugar al solitario... Pues no y creo que tenemos que rebelarnos contra todo ello abierta y llanamente, sin clandestinidades ni recato. La sexualidad hay que empezar a educarla de niño, de muy niño, para que sea plena y libre además de duradera porque no está escrito en la ley de la vida que por fuerza tengamos que renunciar a ella al llegar a una edad o que el organismo dice me bajo del carro. Hay mucho de leyenda negra, de represión acumulada, de moral hipócrita pero la realidad dice otra cosa. Mujeres y hombres con una sexualidad alegre, viva, despierta, parece que hay más de lo que nuestros ojos ven. La lástima es que eso no se traduzca en la mayoría de las ocasiones en conversaciones directas con proposiciones igualmente de directas por las razones expuestas y haya quienes tengan que usar el negocio de las páginas de contacto (con los famoso créditos y perfiles falsos) para que esos encuentros puedan producirse si es que llegan. Hay quienes buscan el amor de su vida y hay quienes el polvo de su vida por esta vez, hasta la próxima que volverá a ser otro... Y la realidad nos dice que, además, hay mucha insatisfacción entre personas con pareja simplemente porque no afinan en la misma sintonía, porque la llama del deseo y la pasión la ahogan por la monotonía, el trabajo, la falta de aire fresco o por una concepción cerrada de la pareja, monolítica y asfixiante. Vienen de aquellas tormentas estos polvos... Y es que se nos olvida que reprimirnos no sirve de nada, que anular la sexualidad en aras a no sé muy bien qué pensamiento o promesa es una auténtica gilipollez. Es como si pretendes envasar un gas, comprimirlo en una botella y esperar que no explote.
Creo que hace falta un nuevo paradigma de pensamiento en el que hablar y practicar de lo que se habla no penalice a nadie, que se entienda como un intercambio de energía para placer mutuo y no egoísta de una de las partes porque en el follar solo cabe el goce, el placer, el disfrute. Si esto lo miramos con mente abierta y espíritu libre avanzamos. Si, por el contrario, solo miramos nuestro deseo sin considerar el de la otra persona entonces no follamos sino que jodemos al contrario. ¿Captas la diferencia?

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