EL TIEMPO







Un aforismo demoledor recogido en el libro Wen-Tzu (La comprensión de los misterios del Tao) que dice el tiempo es difícil de encontrar y fácil de perder es lo que me trae a esta reflexión.
Andamos constantemente en busca de recuperar el tiempo perdido afanándonos en emprender acciones que nos reconcilien con nuestro yo interno pero no nos damos cuenta que el tiempo pasado-que nunca fue mejor- no vuelve. Pueden volver las oportunidades, eso sí. Y entonces hay que saber aprovecharlas o, incluso, generarlas pero no luchando en contra del tiempo.
Se suele decir, también, que el tiempo tiene la última palabra como si fuera un ente personalizado, una autoridad. No, el tiempo no existe más que para lo que es perecedero. Es una medida humana caracterizada, en esta fase histórica, por las prisas, lo rápido o "food", el ansia hiperventilada de alcanzar la gloria, de desfase real (al que no se le da importancia alguna) entre nuestro ritmo y el de la Tierra mediante unos husos horarios absurdos que no siguen el meridiano natural. Vamos, pues, en contra de ese tiempo al que adoramos pero erróneamente.
Muchas letras de canciones nos pueden evocar al tiempo, a su futilidad. Nos pueden llevar al pasado de forma melancólica por lo que pudo ser y no fue, por lo que fue y no debió ser. Todo son percepciones subjetivas, creaciones mentales. El tiempo pasa nos vamos poniendo viejos, yo el amor no lo reflejo como ayer nos dice la canción de Pablo Milanés. Camarón de la Isla nos trajo una maravilla con La leyenda del tiempo en la que se nos expresa el sueño va sobre el tiempo flotando como un velero, nadie puede abrir semillas en el corazón del sueño...
El tiempo nos da la medida de referencia para eventos creados incluso para los manipulados porque el ser humano sitúa sucesos que no ocurrieron y luego de dos mil años descubres que aquello que parecía no sucedió tal cual te lo escribieron. O sea nos convertimos en señores o dioses del tiempo emulando a Crono o Chronos dios griego del tiempo (no confundir con el titán de igual nombre, hijo de Urano), de las Edades, del zodíaco. Desmitificamos para recrear nuevamente el mito pero desde una posición antropocéntrica y ególatra creyendo que debemos convertirnos en ese dios del tiempo eterno y abstracto. Pero la realidad es otra porque somos perecederos, tenemos fecha de caducidad al venir al Planeta que no está escrita de antemano si bien nuestro diseño genético daría para más de 120 años.
El tiempo pasa y la percepción de él es, además, volando en ocasiones con una sensación de pérdida. Y esta es la cuestión nuclear del aforismo en estos momentos de escribir. La pérdida del tiempo que tanto nos pudo costar encontrarlo y cuando nos llega lo dilapidamos. ¿En qué? Discusiones estériles, decisiones erróneas, acciones incompletas, relaciones tóxicas con sus respectivas emociones negativas, euforias absurdas... Muchas son las situaciones que nos sitúan o nos pueden situar ante lo que el tiempo perdido pero cuál es esa medida. El libro lo relaciona con la sabiduría que nos es propia pero que no usamos cuando actuamos extemporáneamente, no acorde con el tiempo. Ni antes, ni después. Antes porque te agotas, después porque no lo alcanzas ya que el tiempo no se entretiene con la gente aunque sí al revés. Solemos entretenernos en el camino con absurdos como si dispusiéramos de todo el tiempo que no tenemos. Esta es la cuestión central, la de un tiempo que no vuelve por lo que no debemos entretenernos mirando hacia atrás porque de esta forma podremos estar perdiendo de vista la visita de la segunda oportunidad subida en un tren que no coges porque estás fuera de la estación. Esta situación es aplicable individual y colectivamente, sobre todo en tiempos de emergencia climática que nos está situando ante nuestro propio destino como espejo de nuestra estupidez voraz...

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA VIDA ES UN TANGO

CUANDO ALGO MUERE ALGO NACE

FOLLAR MÁS, JODER MENOS