LA DEUDA Y LA ESTAFA



En estos días que llevamos de confinamiento el tiempo da para mucho. Hay horas suficientes en el día para hacer todo menos para aburrirse, que nunca es bueno ni saludable para el espíritu aunque mucho menos andar cabreado, estallando de ira, alimentando odios o entrando al trapo de la gente que esparce sus mierdas intelectuales.
Y para una de las cosas que da es para REPENSAR la vida de forma integral, a fondo. Pero esto va a requerir de valentía de quienes gobiernan actualmente y, también, de quienes estamos abajo para empujar el carro en esa dirección de valentía. Y una de esas decisiones va a tener que ser la #devolucionrescatebancario (anótalo como HT y difunde). No es un capricho, es y debe ser un imperativo ético más que legal porque estamos viendo dónde y hasta dónde nos llevaron los recortes que mientras mucha gente denunciaba otras se quedaban en sus casas mirando la vida a través de una pantalla. Las mismas, puede ser, que hoy aplauden con falta de memoria de ayer, de lo que aconteció.
No hace tanto de los recortes aunque parezca una gran distancia temporal. Ahí siguen los bancos y sus banqueros impunes, envueltos en algunos casos en asuntos de cloacas para empozoñar y amañar la democracia. Pero ésta ya está amañada con una Monarquía impuesta por el dictador, a golpe de braguetazo, asuntos turbios en la corte devenidos por el campechano. La democracia está amañada para los ricos, para los de arriba, la casta, las élites. Sí, este lenguaje debe perdurar y no olvidarse. Los de bajo seguimos siendo los mismos aunque más pobres, con menos recursos porque éstos se han dilapidado no solamente para los bancos con la nada despreciable cifra de 64 mil millones de euros sino con la corrupción descubierta que puede ser un iceberg si se descubriera toda en términos económicos, ya que la corrupción en términos de ética es infinita.
La corrupción detectada podría ascender a unos 142 mil millones de euros de los cuales el 86% correspondería a las "gestiones" del Partido Popular, ese que tanto enarbola banderas y poco más en tiempos de pandemia porque sus políticas se llevaron por delante la sanidad pública además de la vida de gente que se suicidó porque no podía pagar la hipoteca. Pero los bancos aún siguen sin devolver lo prestado o no sé ya cómo llamarlo. Lo que sí se es que la situación del crack bursátil, bancario, de 2008 no fue una crisis sino una estafa en toda regla que queda bien retratada en el cine en la película La gran apuesta (2015). Eso fue una estafa y eso al parecer solo es delito para el ciudadano de a pie pero no para las corporaciones bancarias. Aquí, en España, se han ido de rositas la élite bancaria sin pisar la cárcel, sin suicidarse emulando a quienes expoliaron sus viviendas. Al menos podían haberlo hecho en lugar de subirse y blindarse los sueldos con la entidad en quiebra técnica. De la justicia mejor no hablar aquí...(de momento)
Por tanto, si repensamos, volvemos la mirada atrás, observamos y analizamos debiéramos llegar a la conclusión de qué hemos hecho, qué estamos haciendo y qué debemos hacer. 
Lo que se hizo ya sabemos sus consecuencias en términos de servicios públicos esquilmados, de brecha salarial, de generación de pobreza, de sueldos y pensiones congeladas, de empleo precario. Hasta aquí todo el mundo conoce, otra cuestión será aceptar o no, o querer ver la realidad o no.
Presente y futuro van de la mano porque el segundo será lo que sea el primero en el día a día. Y lo que veo es que un país como Portugal nos está mostrando un camino diferente. Se pudo salir de la crisis (estafa) sin sacrificios generales a la ciudadanía. Ahora pide su Presidente la devolución del rescate bancario. Es tiempo de saldar deudas.
De momento aquí el Presidente no está en ese asunto quizá atenazado por la quinta columna liberal en su gabinete, o por los totems o vacas sagradas del partido como el siniestro Felipe González. Pero si la gente de abajo no empujamos a tomar esas decisiones puede que no lleguen, Esta es la energía que debiéramos emplear en lugar de entrar al trapo en trolls de redes sociales, en lugar de contestar a máquinas que nos incitan a la ira, al rencor, a intoxicarnos. No, fuera eso. Debemos reenfocar nuestras metas diciéndole al gobierno progresista que es hora de tomar más decisiones valientes que tienen que ir en esta dirección.
Son tiempos de recuperar lo que se daba por perdido y tenemos esta oportunidad. Porque si no consideramos esta situación como una oportunidad de evolucionar hacia una sociedad mejor estamos literalmente perdiendo el tiempo, y este sí que no se recuperará. Tenemos el momento de poner orden, de encauzar las situaciones. Hay 64 mil millones de euros en las redes bancarias y 142 mil en la corrupción. La prioridad sería activar toda la maquinaria para que ese dinero, en su inmensa mayoría, vuelva como sea. Pero no solamente esta sería la única cuestión sobre corrupción y dinero en el aire. En general, de forma estable, la corrupción o prácticas corruptas pueden suponer el 8% del PIB en España y yo alucino. ¿Cuánto se podría hacer con el dinero dejado de recaudar por la mala praxis? Periódicos de esos del credo liberal no tienen empacho en asegurar que la corrupción, por término medio, le cuesta a España anualmente 90 mil millones de euros. Pero ¿quiénes toleran, quiénes son los promotores y valedores de estas prácticas? Luego el cinturón hay que apretarlo por abajo aunque, eso sí, la derecha esa del credo neoliberal o capitalista dice que es mejor bajar impuestos. Claro, a los ricos mejor que a los pobres. Esto es otro debate de política fiscal que habrá que abordar en profundidad.
Mientras tanto aquí andamos intentando hacernos con mascarillas en el mercado, con respiradores, con personal sanitario que se fugó al Reino Unido o, incluso, a Portugal, con personal investigador fugado a otros países donde podían desarrollar su talento con medios pero sin exigirle a la banca la devolución de su rescate, y a los corruptos toda la confiscación de bienes y cárcel porque las leyes, en general, no están hechas para todos por igual. Eso es una puñetera falacia que no cuela.
Es tiempo de valentía, de osadía y de recomponer lo roto. Mirar atrás solamente para no cometer los mismos errores y mirar hacia delante con la vista en lo cotidiano de hoy. Cada familia vulnerable cuenta, cada persona sin hogar cuenta, cada pequeña empresa o autónomo cuenta, cada iniciativa emprendedora cuenta, cada talento en definitiva cuenta. Pero las grandes corporaciones deben contar para que paguen aquí sus impuestos al igual que las grandes fortunas. Nada de evasivas fiscales, nada de parásitos sociales. Pero ¿para cuándo? Esto no se toca, esto no se mira, de esto no se habla... Ese tiempo debe pasar para ponerlo todo patas arriba. Las deudas de las élites han de ser abonadas. 




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