LA MISERIA VISTE DE NEGRO




En una situación como la actual esta gente, que come-duerme y retoza también del erario público, se han dedicado a hacer no ya la peor oposición de Occidente sino, además, han ido alentando vientos de golpe con la expansión de bulos, odio, verdades a medias que son auténticas mentiras. Golpe de Estado no es ninguna broma. Echar en cara en esta situación que los muertos son culpa de un Gobierno que, además, ni siquiera llevaba 40 días de ejercicio. Culpar de muertos en dónde nos preguntamos muchos cuando la Sanidad se ha visto recortada por políticas austericidas de años de estafa bancaria en la que muchísima gente se suicidó, perdió sus hogares, sus vidas se rompieron, fueron al paro o enfermaron de dolor. Recortes y privatizaciones que han posibilitado que las competencias de las Comunidades Autónomas fueran a menos en unos casos de resistencia o en otros de contubernio como el de Madrid, auténtico pilar del credo ultraliberal que ha costado (y esto sí es cierto) miles de vidas de personas mayores en residencias privadas en su inmensa mayoría. 
Quienes nos trajeron el dolor del creo ultraliberal también nos traen la miseria que engendra el odio, el rencor de no haber ganado unas elecciones o de haber sido echados por corruptos, la venganza. O sea todo lo contrario a un código de honor, a una ética política de quien puede tener autoridad moral. Esparcen su odio en la sociedad, su impotencia política, su incapacidad y falta de humanidad, su sentimiento de ser unos perfectos inútiles avalados por una masa anónima de votantes. Todo muy democrático pero, incluso, puede que no haya ni satisfecho a algunos de sus votantes con una actitud miserable, cicatera, desleal, hipócrita basada en la apariencia del ser, basada en el negro, la lágrima de cocodrilo, la impostura de matón y del discurso rancio del comunismo trasnochado cuando lo que está caduco y obsoleto ya es el credo liberal.
Estos miserables de negro, con sus banderas a media asta, con sus corbatas y vestidos a juego, alientan lo peor del ser humano que no es otra que el enfrentamiento en una situación tan delicada. Fabrican bulos impunemente, se permiten saltarse el confinamiento porque son así de chulos barriobajeros, y aquí no pasa nada. Se sienten por encima del bien y el mal, atropellan y pisotean la dignidad de quienes gobiernan simplemente porque esta gente no está, porque perdieron las elecciones. Cuando alguien no sabe perder es soberbio, arrogante, mezquino, miserable porque pone el ventilador para que salpique todo el fango que ellos escupen. Nos tratan a los ciudadanos como imbéciles creyendo que no tenemos capacidad de discernir el bien del mal aunque, claro está, visto lo que hay en las redes sociales razones no les falta para pensar que somos sus borregos, que esto es un corral donde hay que meter al ganado.
En plena pandemia con vidas humanas desaparecidas por un virus letal, con la economía destrozada lógicamente, se han dedicado a poner trabas, palos en la rueda. Oposición no es negación mezquina y desleal que es lo que han jugado y juegan. No están de acuerdo con ninguna de las medidas sociales para que la gente no pase hambre, no se le corte el suministro de energía, se proteja la actividad de autónomos con ayudas etc. A lo suyo que no ha sido otra cosa que decir NO a todo sin dar una sola opción o alternativa inteligente y válida. Pero lo peor no ha sido, y es, la negativa por la negativa sino la fábrica de bulos, mentiras, la generación de un clima de desafección política, de toxicidad emocional sin escrúpulo alguno pidiendo la creación de un gobierno de concentración nacional donde, además, una parte del Gobierno (Unidas Podemos) no estuviera. Un Gobierno puede equivocarse y derecho a corregir, puede ir más lento o rápido, más prudente o menos, pero no tiene por qué soportar la miseria, la mezquindad, la ruindad de quienes dicen ser oposición apoyados por grupos mediáticos claramente golpistas o con intereses creados. Los mismos medios que no lloraron por la muerte de gente cuando se suicidaba por no tener para pagar siquiera un recibo de luz. Son unos malditos bastardos esos medios con sus llamados periodistas mercenarios de la noticia, asesinos de la verdad.
Son fariseos cual sepulcros blanqueados donde es la Iglesia española (distinguir ahora de Roma) quien tampoco apoya un ingreso mínimo vital, algo que recomiendan, incluso, desde sectores conservadores en Europa.
Lo importante no ha sido y es luchar contra la pandemia remando en la misma dirección sino torpedear la acción de Gobierno para sacar rédito político de la muerte porque su credo es necrófilo. Es la necropolítica disfrazada de lágrima fácil cuando se ha permitido la devastación del servicio público en sanidad y asistencia a mayores. Para esta gente del odio y la mentira, de la hipocresía, solo vale el dios mercado, el sumo sacerdote dinero. son los saduceos del Sanedrín, los que condenaron a Jesús de Nazaret siendo ellos tan "piadosos" porque, en realidad, no creían en nada. No tenían esperanzas de un futuro mejor, eran clasistas. A esta gente de negro, la piedad- miseria y la miseria-piedad es su arma social basada en la caridad voluntaria pero no en la obligación de tributar más a quienes más tienen. Ocultan al rico por su riqueza y al pobre por su pobreza pero cuando aparece el verdadero rostro del dolor entonces al rico le perdonan y castigan al pobre. Son los nuevos matones de patio que creen que ningún David les va a golpear en la cabeza pero se han equivocado. Un "David" diminuto como un virus les ha golpeado en su orgullo ya herido, en su credo liberal y están desubicados socialmente. Son ronin sin señor a quien servir. Así que ahora se sirven a ellos mismos, a sus miserias y mentiras, a sus odios y mezquindades.
Y este artículo se queda corto -igual hay para más algo más adelante- porque hay mucho que contar pero la miseria no es afín a la empatía, la solidaridad, la generosidad, la misericordia, la bondad, el amor en definitiva. El verdadero mandamiento de la humanidad es unidad, amor, comunidad, palabras éstas que no definen a este espectro ideológico como clase dominante sino como verdaderos esclavistas miserables capaces de jugar con el alma de una persona, traicionar a cualquiera por sacar ventaja, rédito o ganancia. Porque, en realidad, no nos engañemos los miserables visten de negro porque su sastre les regala el traje...

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