CONSERVA LA VENTAJA



Llevo un tiempo analizando, observando, comportamientos de bloques ideológicos en redes sociales. De un lado la derecha más rancias y fascista organizando ataques a cuentas para su cierre (casos reiterados e injustificados) mientras ellos permanecen impolutos con sus proclamas de odio sea por raza, lugar de origen, sexo o creencias. Da igual, el odio es el odio. Del otro lado está la gente con empatía, corazón, activista social pero escasamente organizada o mal organizada. Así que cuando haces un planteamiento de grupo puedes eternizarte en filosofar en lugar de sentar bases de acción, de respuesta. Es la rémora que ya Karl Marx denunciaba en su tesis 11 sobre Feuerbach sobre la interpretación del mundo en lugar de su transformación. Así que aún andamos en pañales.
La extrema derecha cuenta con el respaldo económico, obviamente, de las élites que no se presentan a las elecciones pero cuando un resultado no les gusta proclaman golpes de Estado, promueven acciones de desestabilización dándoles igual que sea en mitad de una situación crítica como la actual de pandemia COVID-19. No tienen el menor escrúpulo porque son gente sin alma y sin cerebro. Sus neuronas solamente están conectadas para el daño desde la más jodida y sublime ignorancia. Es una ceguera por un corazón totalmente endurecido pero no nos engañemos porque esta gente no va a cambiar, y me refiero a las élites. No esperemos de ella empatía alguna hacia la gente más vulnerable, no esperemos compasión alguna hacia los más débiles. Esta gentuza se alimenta del esfuerzo ajeno, de evadir impuestos, de asuntos turbios, de engañar al fisco lo que puedan ocultando propiedades, de sentirse protegidos por los títeres políticos mediante dádivas de clase vía exoneración de impuestos a patrimonios. Si alguien les quiere tocar el bolsillo se mueven como tribu, o sea como clase social. Esto está ocurriendo ahora donde un estado de alerta sanitaria les tiene jodidos sus planes de golf, tenis o pádel, sus visitas a las putas de lujo o a los amantes secretos. O sea sus intereses clasistas. Y si les quiere tocar el bolsillo via impuestos solidarios te dicen que qué te has creído tú.
Se mueven en el fango de la mentira, de la manipulación torticera de una realidad terca que les pasa por encima una y otra vez. Se mueven en el fango del insulto, del rencor. Atacan constantemente porque en las redes sociales tienen protección de la misma red social que, por lógica, va a defender intereses de clase también para conservar todo su poder. Por tanto hay que ser muy ingenuo pensar en una supuesta equidistancia en los señores de la desinformación, o sea en quienes controlan y manejan el mundo de las redes sociales. Y esa ingenuidad es la que mata cualquier posibilidad de organización real dentro de la misma red. Por tanto las opciones cada vez son más escasas. Atacar al enemigo con fuego ha de hacerse con inteligencia porque puede terminar abrasándote. Si el fuego está a favor del viento y atacas en su contra ¿dónde crees que va a parar ese fuego? Justo, a ti. Se te vuelve en contra. Si en lugar de atacar cuando no hay viento lo haces cuando hay vendaval puede ser que tardes mucho más en prenderlo, puede ser -incluso- que no lo hagas.
Si atacas con ira pierdes el equilibrio y, por tanto, tu ventaja la pierdes también. Si has prendido fuego al enemigo y te ocupas de ese fuego malgastas las energías en lugar de aprovechar su confusión. Si le das tiempo reaccionará, si usas lo ordinario pero no lo extraordinario eres previsible, si usas lo extraordinario pero no lo ordinario eres temerario.
Estas enseñanzas podemos encontrarlas -y los ricos las leen también- del libro El Arte de la Guerra (Sun Tzu), manual taoísta de hace casi tres mil años. Por tanto qué debemos y qué no debemos hacer en lo práctico en un mundo virtual donde ahí no se juega con ventaja es la cuestión que debe dirimirse. Si no se hace comunidad, si no se hace grupo, las ventajas serán individuales en forma de muchos "followers" que engordan nuestro ego personal. Pero ningún soldado va a ganar una batalla por sí mismo. Y hacer comunidad significa organización, seguir un patrón -por ejemplo- de no malgastar energías inútiles ante bots y trolls o gente que aparenta ser una y luego es otra. ¿Qué armas hay? Bloqueo masivo a cuentas matricula o de granjas de bots, bloque masivo a seguidores o seguidos de personajes tóxicos, de eso que se llama "influencers" o gilipollas con muchos seguidores proclamadores de bulos, tecnofascistas. Porque no olvidemos que estamos en una guerra digital soterrada, encubierta, capaz de alterar -incluso- el resultado de unas elecciones o una encuesta, capaz de todo lo bueno y lo malo dependiendo del fin. Pero ya sabemos que en una guerra solo hay víctimas y mucho negocio. La cuestión es preguntarse quién se beneficia de nuestra presencia "gratuita" en esas redes. Lo gratis en el sistema capitalista no existe. Somos objeto de uso y valor, no sujetos pensantes. Somos su producto con el que obtienen beneficio las corporaciones comunicativas. Pero ¿seremos capaces de obtener ventaja, incluso, de esta posición subordinada? Si nuestra conciencia es lúcida, clara al respecto, podremos sacar ventaja y, entonces, tendremos que conservarla como tribu o clase social. Pero si nuestra presencia no obtiene beneficio alguno entonces hay que repensar muchas cuestiones. Hay una frase del libro mencionado que te dice "si se puede atacar con fuego en el exterior no esperes a hacerlo desde dentro". Luego entonces habría que definir en el contexto qué es el exterior y cómo hacerlo. Mientras tanto debe quedar claro que entrar al trapo de bots y trolls es de poca inteligencia. Seguir la máxima que a la nada se la combate con el vacío dará mucho mejor resultado. Y el vacío se logra en silencio, no alborotando a las avispas en su hibernación. No se trata de quién hace el HT más ocurrente, de quién es TT, de quién ataca o contraataca antes. Se trata de saber hacerlo cuando se debe y retirarse también cuando se debe, porque una retirada en la fuerza es una victoria. Ahí conservas a tu ejército, ahí conservas tu ventaja. Y el vacío es el silencio provocado, de un lado, por el bloqueo. O sea eso que tanto gusta a los levantadores de muros aplicado a este espacio. Es la vigilancia atenta de quién te sigue y a quién sigues en tus redes. No todo vale. Es no entrar en discusiones estériles ni siquiera con gente real cuando entran con torpes palabras y malentendidos, intencionados o no, a algo que escribes que nada tiene que ver. Esto se llama autodominio que es la primera ley de la victoria. Quien se domina a sí mismo domina el mundo que le rodea.
Y cuando contemplamos la realidad como un todo entonces actuaremos como un todo también, considerando cada factor. Por eso el libro dice, también, "si no es ventajoso, no actúes". Si lo importante es la victoria saber esperar será la mejor aliada.

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