EL FASCISMO Y LA PARÁBOLA DE LA CIZAÑA


 Todos los pensamientos antiguos (antes que fueran religiones oficiales) nos muestran grandes enseñanzas que no debemos descartar, manteniendo una mente desestructurada, abierta, flexible, haciendo gala de la neuroplasticidad que poseemos.

Llevo varios días reflexionando sobre una de esas enseñanzas provenientes de los escritos del cristianismo primitivo recogidos en el evangelio de Mateo acerca de la parábola de la cizaña.

La cizaña es la mala hierba que crece junto al trigo, junto al fruto de la buena labor. La cizaña, en términos de comportamiento humano, la podemos encontrar en la familia, la vecindad, en el ámbito educativo, laboral pero, por supuesto, en el político como reflejo o impulsor de la misma. O sea como sembradores. Y esto se lleva a cabo mediante campañas orquestadas y jaleadas desde sus despachos, las oligarquías mediáticas o financieras, que cual saduceos o fariseos no tienen el más mínimo pudor en aliarse con quien sea a costa de la verdad.

Detenernos en la reflexión de estos escritos, repito con la mente abierta, nos puede dar muchas pistas del comportamiento ético del ser humano a título individual o como grupo social organizado que es el caso al que me refiero en este artículo. Se trata del pensamiento intolerante, sectario, segregacionista y negacionista, donde cualquiera es enemigo que no piense como este grupo. Esto lo hemos vivido en la historia reciente de nuestro país (España) y costó cientos de miles de vidas y miles aún enterradas en cunetas, abandonadas durante años por la indecente desmemoria de nuestros gobernantes. Esto lo hemos vivido en otros países, y aún lo vivimos. Los golpes de timón, con el apoyo institucional desde dentro, en Ecuador, Bolivia, Paraguay, Honduras alentados por la puerta de atrás por los EEUU con intentos de derrocamiento en Venezuela (aunque haya elecciones y las gane el sector bolivariano) o el bloqueo histórico de Cuba, no son más que la muestra que el fascismo se puede vestir con cualquier traje o pretexto para seguir imponiéndose. Es una cultura, una forma de entender las relaciones sociales bajo el síndrome de la dependencia y la voluntad autoritaria, bajo la explotación.

La parábola de la cizaña que ésta se arranca cuando es la hora de la siega y no antes para que no se arranque a la par el trigo. La cuestión está, primero, en estar alertas para que no se plante la semilla de la cizaña que es la del odio en toda su extensión hacia todo lo que no sea igual a mí (Hitler, Mussolini, Franco) y ello requiere mucho trabajo educativo tanto didáctico como pedagógico y, también, en toda su extensión. Hay que educar en otros valores desde el jardín de infancia, a las familias, en cualquier grupo humano. La sociedad no se puede ni se debe permitir esta semilla de maldad. Pero llegado el caso de la siembra y su crecimiento y, por tanto, en segundo lugar, habrá que saber cuándo arrancarla de cuajo y echarla al fuego de la ignominia, el desprecio colectivo. Y eso, obviamente, está en el ritmo social, en los niveles de conciencia, en la capacidad de respuesta colectiva en el que una sociedad se organiza y obliga a sus políticos a actuar en consecuencia a través de grupos de trabajo, de pensamiento y acción que en el caso se denominan antifascistas.

Una sociedad que vela por cultivar el amor en lugar del odio será más libre e igual, más solidaria pero, a la par, más consecuente en sus actos. La sociedad española está fragmentada porque la derecha social y política representada en los sectores empresarial, financiero, judicial, policial o militar, por ejemplos, son profundamente reaccionarios, golpistas y antidemocráticos en su raíz. Vienen de mamar autoritarismo, de una raíz podrida sobre la que se construyó el “nuevo Estado” con la Transición de la dictadura a la monarquía en un acto de trilerismo político, de estafa piramidal que se ha venido demostrando por momentos y aún más en los últimos años de corrupción de capitalistas de amiguetes, propio de la cultura franquista.

La derecha española tiene esa enorme responsabilidad de la antidemocracia por su fuero golpista demostrado, además, en plena pandemia. Pero ante esto crece, también, una izquierda contestataria tanto en la periferia nacionalista como federal que no se refleja plenamente en los votos pero quizá sí en la conciencia colectiva. Esta sociedad, la española del S. XXI, está pidiendo cambios estructurales profundos que han de afectar, obviamente, a la raíz o pilares del mismo Estado.

La cizaña del fascismo en España tiene y debe pasar por la constitución de un proceso constituyente amplio, transversal, en el que implicar a muy diversos sectores que ciertamente sean y se sientan democráticos pero con medidas que no pueden conllevar paños calientes. Reformar el funcionamiento y estructura de los tres poderes se hace primordial, la proclamación de una República (federal, plurinacional y solidaria entre pueblos), la eliminación de privilegios a creencia religiosa alguna con lo que el actual estatus de la iglesia católica tendría que desaparecer para ser igual que las demás en el ámbito privativo de sus templos y poco más, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, etc etc Se trata de impulsar, promover y realizar cambios profundos dando pasos audaces, valientes y decididos en esa dirección para que impere la buena semilla de la concordia, la paz entre pueblos, el amor a la vida, la igualdad, la solidaridad, el diálogo. Esto afectaría, igualmente, a nuestras relaciones internacionales y nuestra forma de estar en el escenario internacional donde tenemos grandes deudas con el Sáhara por poner un ejemplo lacerante de abandono de responsabilidades de Estado.

Quizá ha llegado el momento de ir arrancando la cizaña del fascismo una vez ha crecido hasta 52 diputados pero, en este caso, hay que aislar a esa derecha cómplice, corrupta, aprovechada para servir de suelo en donde depositar esa mala hierba. Y aislar socialmente a esa derecha va a tener que pasar por un ejercicio contundente de la otra parte política y social amplia no solo mediante políticas de blindaje de lo público y de alarde de honestidad cien por cien sino, por supuesto, de acción constante y firme en la dirección de erradicar el fascismo aunque éste tenga que pasar, como no puede ser de otra forma, por ilegalizarlo llegado el caso si no se atiene a unas reglas básicas del juego. Y como no se está dando entonces la gente está pidiendo actuar contra ello, está pidiendo ir arrancando a los corruptos del poder, de cualquier esfera de poder, de la influencia. Hay que dar pasos en todos los frentes y no permitir que un diario sea una fábrica de odio, mentiras o bulos para la intoxicación o desinformación colectiva cuando el derecho a una información veraz es fundamental, universal. Prensa libre pero desde la verdad. Si no esa prensa no puede ejercer como tal en un ámbito democrático. Por tanto esta sociedad, en su conjunto, tiene (tenemos) un trabajo por delante de autoorganización, de autodefensa ante el crecimiento de la cizaña. Pero uno importante es presionar al poder político (ejecutivo y legislativo) para que emprenda las medidas necesarias en la dirección correcta antes que la mala hierba pueda ahogar al trigo…

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